16/11/2017
Vuelvo a recorrer los caminos del Cuiña.
Durante esta primavera, cuando recorría las cimas y bosques de Ancares, me propuse volver por estas tierras en otoño. No ha podido ser, o no lo fue porque otros lugares centraron mi atención esos días.
Hoy vuelvo a Ancares, no en busca de los colores del otoño, sino deseando encontrar a las cabras montesas que en estas fechas comienzan con sus actividades reproductivas.
Y para ello, elijo la zona del Cuiña, donde en los alrededores de su cima existe un nutrido grupo.
Poco camino ha recorrido el sol, cuando aparco en el alto del Pto. de Ancares. Un día excepcional para pasarlo monteando por estas viejas montañas. Sin prisas, no tengo largo recorrido, tomo el sendero entre brezales que parte del mismo alto y recorre la línea de cumbres hasta la misma cima del Cuiña.
El circo formado por el Cuiña y los Campanarios no deja de sorprenderme. La profunda huella glaciar ha sido suavizada con el paso del tiempo y un espeso bosque cubre sus laderas dándole un aspecto más humano.
Desde su cima la vista se encuentra con otros valle igual de profundos y con las siluetas de otro grande de la zona: el Mostallar.
La búsqueda de las cabras me lleva a continuar caminando hasta que localizo un grupo que me llevará a pasar una estupenda sesión de fotos.
No preciso volver a subir a la cima del Cuiña para volver. Desciendo a la cubeta donde se ubica el Pozo Ferreira. El Lago del Cuiña, donde nacen las aguas del arroyo Cuiña y donde la leyenda nos habla que si sus aguas se desbordasen barrerían todos los pueblos del valle.
Y continuo hacia los prados que rodean el refugio del Cuiña, la pequeña cabaña que ofrece vistas inmejorables del Pto. de Ancares, del Cuiña y de los Campanarios.
Poco resta hasta la arista y el camino que me devuelve al puerto.
Pto. de Ancares.
Desde las alturas; Suarbol
Cuiña.
El Penalonga y el Mostallar en primer término.
CIMA!!!!!
Acentor alpino
Cabras Montesas
Rebecos
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