Desescalando por el disco duro (otoño del 2009)
Hoy una visita al Cañón del río Lobos tendría un planteamiento distinto.
Aunque hoy, cualquier visita a este paraje (o a cualquier otro) sería recibía con una amplia sonrisa, sabedores que, de momento, tendremos que seguir conformándonos con visitas virtuales 😡😡.
El Parque Natural del Cañón del Río Lobos fue creado en octubre de 1985 para dar protección a todo el cauce y ribera por donde discurre el río Lobos, así como a los extensos bosques de sabina y pino laricio y a la gran variedad de especies animales que encontramos en este entorno.
Es por esos extensos bosques de sabinas, que observo a vista de pájaro (desde Iberpix) cuando recorro el Cañón del Río Lobos y sus alrededores, por donde hoy querría perderme en el supuesto de un nuevo viaje a la zona, sin menospreciar una visita al cañón y a la Ermita de San Bartolomé.
Ermita de San Bartolomé, románico tardío edificado en el primer tercio del siglo XIII.
El románico no solo es un arte que se diferencie de los demás por sus formas específicas. El románico es mucho más, es un estilo que oculta bajo sus formas un idioma que habla a los sentidos de una belleza espiritual que solo los avezados consiguen entender.
Hablamos del simbolismo, ese lenguaje único, capaz de decir lo indecible, o lo que es lo mismo, transmitir con sus formas aquello que es difícil expresar con palabras.
Los caballeros templario eran dados a practicar ese idioma y a buscar ciertos lugares donde las fuerzas telúricas transmitían energías que favorecían esa espiritualidad.
A orillas del río Lobos, junto a un circo de acantilados kársticos y grutas, fue levantado en el siglo XIII un monasterio templario del que solo perdura la Iglesia de San Bartolomé.
Existen varias entradas para recorrer el cañón. Nosotros lo hicimos desde Ucero. Siguiendo por la carretera que va desde Ucero hacia San Leonardo de Yagüe, para nada más cruzar un puente sobre el río Lobos tomar a mano izquierda la pista asfaltada, que en 2,5 km nos deposita en un gran aparcamiento.
Seguiremos por pista durante 1 km hasta encontrar la Ermita de San Bartolomé.
Situada en un meandro del río Lobos y rodeada por soberbios acantilados calizos.
Templarios y esoterismo van siempre de la mano. Y en esta ocasión por la ubicación de la iglesia de San Bartolomé, no solo por encontrarse dentro del cañón en un entorno espectacular, sino al estar en un punto a idéntica distancia entre el cabo de Finisterre y el de Creus, los cabos más al oeste y al este de la península.
Los esotéricos cifraban en 527,127 km la distancia a los dos puntos extremos desde la ubicación de la Ermita de San Bartolomé, un dato que mostraba el conocimiento que los templarios tenían, para situar en la Edad Media dichos puntos, aunque también podríamos pensar que su localización en el Cañón del Río Lobos es fruto de la casualidad.
Llegado a este punto, me viene a la memoria cierta anécdota ocurrida en las vísperas de un viaje a Egipto hace unos veintitantos años. Preparando el viaje, leíamos todo aquello que caía en nuestras manos con relación a Egipto y así encontré unas teorías que hablaban de los grandes conocimientos de los constructores de pirámides que habían levantado sus edificios a una escala en la que la proporción de su base con respecto a su altura estaba soportado sobre el número π. El dato me pareció tan curioso que al día siguiente se lo comentaba a un amigo y un par de días más tarde, mi escéptico amigo me invitó a su casa para probar que dicho dato era fruto de la casualidad. En la mesa de su cocina, junto a las tazas y la cafetera, sobre unos periódicos reposaba una de sus bota de montaña y un metro. Alargando su momento de triunfo, dejó tiempo para digerir el café antes de retomar la conversación sobre el número π y las pirámides y ya de paso demostrarme que la relación entre el largo de la suela de su bota y el ancho del tacón era igual a 3,14159, o sea, el número π, lo que demostraba los grandes conocimientos de los ingenieros de VIBRAM.
De nuevo, gracias al Iberpix, puedo comprobar que las distancias entre la Ermita de San Bartolomé y el cabo Finisterre y el de Creus, no son de 527,127 kilómetros como aseguran los esotéricos, sino de 525,76 al de Finisterre y 531,94 al de Creus. No exactas, pero si muy similares, aunque la relación no sea correcta, ya que si hablamos de distancia desde la ermita a los cabos más extremos al este y al oeste, tendríamos que hablar del cabo de Creus al este y del cabo Touriñán al oeste.
Bajo esta nueva suposición, calculo de nuevo las distancias desde la Ermita de San Bartolomé hasta el cabo de Creus (531,94 km) y hasta el cabo de Touriñán (532,07) y quedo perplejo al ver que la diferencia entre la ermita y los extremos más oriental y occidental de la península es de apenas 130 metros 😲😲😲
La ubicación de la Ermita de San Bartolomé junto a los cantiles del Río Lobos invita al misterio.
Es un templo de planta de cruz latina, con la particularidad de que las naves del crucero son de menor altura que central, evitándose el tener que construir una cúpula en la intersección de ambas.
Los hastiales del crucero son más altos que la cubierta de la nave y finalizan en un frontón triangular.
La Ermita de San Bartolomé desde el interior de una gran oquedad.
Con Martín en el interior de la Oquedad.
Ábside de tambor con cuatro contrafuertes entre los que se abren tres ventanas.
Grandes cantiles donde nidifican los buitres leonados.
Las colmenas de los frailes.
Muy hábiles tenían que ser los frailes para colocar sus colmenas en esas cárcavas (sin gatos y con los faldones de sus hábitos).
El río Lobos es burgalés de nacimiento, pero entra en tierras sorianas para revolverse entre los cantiles del Cañón del Río Lobos, antes de ceder sus aguas y su nombre al río Ucero.
Un paisaje apoteósico.
En el abside, tres ventanales con arquivoltas de medio punto, adornadas con puntas de diamantes que se apean sobre cabecitas humanas.
En el centro de los muros que cierran las naves laterales, unos óculos muy abocinados. Decorados en el exterior con puntas de diamante y con una celosía en forma de estrella de cinco puntas.
La portada meridional se encuentra enmarcada por los contrafuertes del hastial y por un guardapolvo sujeto por canecillos. Consta de seis arquivoltas muy apuntadas y decoradas con baquetones, flores, hojas de acanto y estrellas, soportadas sobre jambas y tres parejas de columnas.
Detalle de canecillos.
Detalle de los capiteles de la portada meridional.