Valle de Becenes
30/09/2018
Aún es pronto para la otoñada, pero tenemos ganas de pisar bosques sabedores que el instante cuando los árboles refulgen color es un periodo muy breve, que tiende a recortarse en caso de lluvia y que es difícil de dar con él. Por ese motivo queremos aprovechar y caminar entre bosques ahora que la luz comienza a tomar matices de otoño y que la temperatura continua muy agradable.
Estamos en otoño y bien lo han captado todos los ciervos que escuchamos mientras ascendemos por el valle de Becenes.
Becenes y Muñeres, dos nombres difíciles de recordar para unos valles al norte de la población de Polvoredo. En el valle de Valdeburón, comarca formada por los ayuntamientos de Burón, Maraña y Acevedo.
A la altura de Lario, cuando circulamos hacia el puerto de Tarna entre Burón y Acevedo, tomamos el desvío que nos conduce a Polvoredo. Final de carretera para este pueblo que luce multitud de casas arregladas.
Hacia el Prado de la Espina, la estupenda pradera al noreste del pueblo, que sera camino de ida y vuelta de nuestra ruta, ya que la bifurcación donde se abren los caminos hacia los dos valles, la encontramos en el estrecho que forman la Sierra de Carcedo con la Sierra de Pármede y por donde pasaremos más adelante cuando superemos una cancela que cierra el paso al ganado.
En sentido contrario a las agujas del reloj, comenzaremos por el valle de Becenes. Siguiendo el camino de montaña que remonta con fuerza el primer tramo, para colocarnos en el estrecho valle rodeado de hayas por sus dos laderas y donde hoy los ciervos machos se desgañitan en busca de compañeras.
No llegamos al final del valle. Un refugio (en buen estado) marca el punto donde dejamos el camino, para abordar un desdibujado sendero que asciende a la Puerta de Zalambral, el collado que nos permite ver los Picos y parte de los bosques de Oseja.
Un sendero nos lleva a bordear el Monte Ricayo, el monte que nos impide tener una visión directa hacia el valle de Muñeres, y nos lleva hacia la arista de la loma que separa los dos valles.
Un sendero entre un bosque espeso de hayas, con espléndidos ejemplares de robles, nos brinda lo que hoy buscábamos; empaparnos de bosque.
Con la duda de si la traza que seguimos continuará hasta el final (si es que hay un final), decidimos ir descendiendo monte a través, hacia el valle de Muñeres y su camino central.
Y lo hacemos en un tramo donde el valle es amplio, las praderas se ensanchan rodeadas por un bosque continuo de hayas.
El sol esta alto, la luz es dura, hace calor, pero lo que resta es descenso.
-Un café en Valdoré?
-Venga!!!
Hacia el Prado de la Espina.
Vista atrás. La arista de Recaviello en las proximidades de Liegos.
Las Vallejas, donde los caballos pastan con tranquilidad.
El estrecho entre la Sierra de Carcedo y la Sierra de Pármede, que da paso a los valles de Becenes y Muñeres.
División de caminos.
Ya en el valle de Becenes. Dentro de unos días sera una explosión de color.
Vista atrás.
En las proximidades al refugio.
Comenzada la subida el Pozúa aparece ante nuestros ojos como el más alto del lugar.
A punto de alcanzar la Puerta de Zambranal. Y entre ella la cimas de Peña Negra, y Peña Mora. A la izquierda el Monte Ricayo, que bordearemos para colocarnos en la arista.
Pozalón y Niajo, Canto Cabronero y Peña Beza y el macizo de Peña Santa.
En medio del bosque.
Algunos claros nos permiten tomar referencias. En esta con vistas a Mampodres
Peña Negra y el pequeño refugio en su base.
Seguimos por bosque.
Con algunos ejemplares de roble de proporciones notables.
Salida al valle.
Valle de Muñenes
De nuevo en las Vallejas.