La impresionante situación de la Braña de Zarameo. |
17/09/2020
Pensando que las lluvias de los últimos días habrán refrescado el paisaje, me planteo volver al Alto Sil, para internarme en sus bosques camino de sus brañas y de paso, alcanzar alguna de sus cimas que tan buenas vistas ofrecen.
Un plan sencillo: desde Cuevas, por carretera, hasta la entrada de Mataotero para tomar un camino que al poco se torna en una senda que se retuerce para superar el gran desnivel que hay hasta la braña de la Degollada.
La leyenda de la Degollada habla de una preciosa doncella obligada a casarse con un viejo cacique y a cuidar el ganado de su marido y señor en una aislada braña, en donde gracias a Eros encontraría el amor de un joven pastor. Y ya sabes: jóvenes que se enamoran y aliñan los largos momentos que deja el cuidado del ganado con besos, arrumacos y algo más, hasta que el cornudo cacique lo descubre y corta de un tajo el amor veraniego y el pescuezo de su joven mujer.
La Degollada es una braña encastrada en pleno Monte la Seita, bajo las cimas del Piornalón, y uno de los pocos lugares donde el monte rompe su uniformidad dejando espacio para sus cabanas.
Transformadas en fines de semana, hoy solo una se encuentra abierta y donde sus dueños se dedican a labores de mantenimiento.
De su extremo norte parte el camino que me lleva hasta la braña de Zarameo. Un sendero que cruza el Monte la Seita, un bosque mixto donde predomina los abedules y los robles y donde nos encontramos con ejemplares notables de tejos, acebos, hayas y avellanos.
El sendero acabará uniéndose con el que asciende a Zarameo desde la Seita en el bosque del Rebentón, para alcanzar al poco la braña de Zarameo.
Ya son unas cuantas, las veces que he llegado a esta braña atraído por su situación. Zarameo se asienta en un impresionante balcón, que mira al circo por el que desciende el arroyo de la Seita y en cuya cabecera se encuentran la cimas del Teso el Carbón y el Cáscaro de la Cueñe, a las que me dirijo entrando por la Boqueta de Tejedo.
Las escobas han invadido el sendero y recorrer su arista resulta un ejercicio incómodo y desagradable.
Pero la vistas desde el Cáscaro de la Cueñe hacen que el esfuerzo valga la pena.
Tiempo para el relax, disfrutando de las vistas hacia el Valdeiglesia que nos muestra su triple cima, hacia el vecino Cuerno del Sil, o hacia las más alejadas Ubiñas. Pero sobre todo, vistas hacia el circo donde se asienta Zarameo, con su impresionante mancha boscosa que la rodea hasta casi asfixiarla.
El descenso evitando en lo posible las escobas (sin lograrlo), para volver a pasar por Zarameo donde tomo el camino que desciende directamente hacia la braña de la Seita.
Una nueva braña, en el estrecho por el que el arroyo la Seita comienza a precipitarse en busca del río Sil y por donde el camino me devuelve a Mataotero.