Junto a una de las lagunas de Vilouso |
30/11/2020
Vamos, vamos!!! aprovechemos la última jornada otoñal antes que la nieve cubra con su blanco manto las montañas.
Nos vamos a Ancares, a las viejas y redondeadas montañas que cierran la Cordillera por el occidente y en cuyos y profundos valles, al abrigo de las miradas indiscretas, se guardan espléndidos bosques, alocados arroyos, altivas cimas y lagunas con aguas tan brillantes como zafiros.
Largo y pesado viaje, cruzando las comarcas de la Ribera, la Cepeda, Boeza, Bierzo, para entrar al valle de Burbia por el Alto del Couso, donde Burbia se nos muestra en el fondo del valle y donde sus viviendas se levantan utilizando la piedra y la madera típica del paisaje.
Burbia nos recibe con la quietud propia de los días fríos, donde solo el humo de las chimeneas delata la presencia de sus vecinos.
Decidimos mantener la distancia y aparcamos, sobrepasado el pueblo, en un recodo junto a un soto de castaños.
Ancares rezuma naturaleza pura en este otoño avanzado donde los árboles ya perdieron sus últimas hojas con los últimos vendavales y donde una luz dorada baña cada rincón. Dejamos atrás el pueblo, remontando el valle por el que corre un naciente río Burbia, mientras vemos como los castaños dan paso a los robles sin mediar continuidad.
Un cruce de caminos, con un poste indicador, señala que para seguir hacia los lagos, es preciso desviarse a la izquierda, por el valle de Vilouso.
Entre robles desnudos que dejan entrar la luz y vislumbrar las altas cimas que nos rodean, vamos ascendiendo con tranquilidad, hasta que un nuevo cartel nos obliga a una parada para acercarnos a el Pozón, un salto del arroyo del Vilouso.
Seguimos y al poco un puente nos ayuda a cruzar el Vilouso, la pista se corta y aparece un sendero que nos mete de lleno en el Teixedal, el increíble bosque donde los robles se intercalan sin orden con los abedules, servales, arces y avellanos y donde los acebos forman bosquetes propios en cuyo interior la oscura hoja de los tejos reclama nuestra atención.
El refugio del Acebalín marca un punto de inflexión. El bosque quedó atrás y ahora avanzamos hacia la alta montaña, donde solo las escobas y unos poco abedules consiguen sobrevivir.
Un último esfuerzo para superar la muralla de cuarcita y alcanzar el circo formado por las cimas del Corno Maldito, el Pico Lagos y el Mostallar, donde se asientan las tres lagunas de Vilouso.
Ocho Kilómetros y casi ochocientos metros de desnivel desde Burbia, nos permiten contemplar las lagunas de Vilouso, uno de los secretos de estas viejas y redondeadas cimas de Ancares.
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