Mareando la perdiz: El Cueto de Prioro

Cima del Cueto de Prioro

26/12/2020

Al sur de la Montaña de Riaño se abre el Valle de Prioro, al que accedemos desde Puente Almuhey por una carretera rectilínea que corta un estrecho valle rodeado de montes.

Prioro se asienta en una hoya rodeada de montañas, de la que solo se puede escapar (por carretera) hacia Tejerina o hacia las Tierras de la Reina por el Puerto del Pando.

Entre esas montañas, hay una, cuya altura apenas sobrepasa los 1700 metros y su forma pasa totalmente desapercibida, que recibe el nombre genérico y típico de de las cumbres leonesas: El Cueto, la cima que pensamos subir hoy.

Prioro nos recibe con un cielo despejado y con -4 graditos que hace que nos tengamos que poner toda la ropa que llevamos y que deseemos haber traído más.

Una montaña discreta que sube sin interrupción, apenas cruzado el río (el río Cordijal que al poco se junta con el río Tejerina y dando lugar al río Cea), entre un bosque de robles. Pronto el valle queda profundo y las primeras cimas que aparecen, o que más llaman nuestra atención son las de Ocejo (la Rionda, los Moros, Pico Cerroso) y algo más hacia el norte, la cuerda del Pico Loto.

Los robles son sustituidos por pinar de repoblación cuando el camino finaliza y es sustituido por una pista que se retuerce para salvar el máximo desnivel y depositarnos, cerca de la cima, en un pinar cerrado que unos hitos nos ayudan a traspasar.

La cima es una sorpresa, por la llanada donde se encuentra y por sus increíbles vistas hacia el Espigüete y hacia el Macizo Central del Picos.

El sol ha atemperado el frío mañanero, lo que nos va a permitir disfrutar de la cima y de sus vistas.

El descenso, por la vertiente opuesta, hacia el collado Monteviejo por un paraje muy montaraz de pinar, para luego continuando hasta el puerto del mismo nombre y por carretera hasta un nuevo callado (collado Morcillero) donde un desdibujado sendero nos introduce en el bosque de Montesalión, un estupendo hayedo que conserva en su interior grandes ejemplares de robles que han conseguido sobrevivir al empuje de las hayas.

Un rincón para disfrutar en silencio de los sonidos del bosque y donde un naciente Cordijal corre embravecido hacia el valle.

Nosotros iremos más lentos y en un recodo, cerca de las praderas y de la caseta de la Buhiria, paramos a comer el bocata y a disfrutar del entorno antes de volver a Prioro.