Ascensión al Pico Feliciano desde Piedrasecha


Ante el poljé del Feliciano
En la cima del Feliciano
Por los Calderones del Infierno
27/06/2020
Las vegas que nos acompañaron desde Otero de las Dueñas a ambos lados de la carretera, han ido desapareciendo según nos aproximamos a Piedrasecha, volviéndose un terreno estrecho, donde la cinta de asfalto por donde circulamos, queda encajada entre los montes vecinos, al punto que si queremos dejar bien aparcado el coche, será mejor hacerlo en las inmediaciones de la iglesia que encontramos antes de entrar en el pueblo.

Calles estrechas y reviradas entre casas apelotonadas, son la antesala del camino que nos conduce hacia el murallón pétreo que a primera vista parece infranqueable.

Solo el tiempo, en su lento y continuo andar, junto con las aguas del arroyo de Piedrasecha ha sido capaz de forjar semejante tajo sobre las duras calizas.

Un desfiladero por un pasillo rocoso, donde en algunos puntos podemos extender los brazos y tocar ambos lados, y donde marmitas de gigantes hacen que nos sintamos minúsculos. Un recorrido que parece llevarnos a un mundo de fantasía y que se materializa de forma real en las antiguas majadas de Santas Martas.

Inmersos es los Calderones nos acordamos de historias fascinantes como la del pastor que vio como una corza perseguida por sus perros fue capaz de saltar de un lado a otro del desfiladero, o la más cercana de nuestro amigo Luis (oriundo de Otero de la s Dueñas) del camión que subía desde Piedrasecha por los Calderones hasta Santas Martas a por leña y que una avería le salvo de ser arroyado por una gran riada que destruyó el camino que la pólvora abrió en aquellos puntos que no pudo hacerlo la piqueta.

Santas Martas no es el final de nuestra ruta, más bien es el inicio, que por el valle de la Pernieliega nos conduce, entre un sombrio bosque en el que predomina el roble y el avellano, hasta el collado del Fito. Punto de inflexión entre valles, donde nosotros seguimos ascendiendo por la ladera del Amargones hasta otro nuevo collado; el de los Amargones.

Si los Calderones es un prodigio de la erosión, el poljé del Feliciano se nos presenta como un valle alargado, producto de la erosión del agua sobre la caliza y cuyos pastos hoy conservan el verdor primaveral.

El Feliciano, nuestra cima elegida para este día, ya se nos ofrece a la vista, solo será preciso cruzar todo el poljé y ganar una de sus aristas para alcanzar la cumbre.





Iglesia de Piedrasecha a la entrada del pueblo.
Piedrasecha.

El Serrón

Vamos viendo la muralla que nos corta el paso.

Y que el desfiladero de los Calderones del Infierno si consigue atravesar

Estrecho.
Y angosto


Calderones del Infierno.
Grandes bloques de piedra.

Marmitas de gigantes.


Saliendo a un terreno más humano.
Con algún salto de agua.

Majada de Santas Martas.
Vista atrás mientras ascendemos por el valle de Pernaliega.
Collado del Fito.
Valle de Pernaliega y cubierto por la niebla el Alto de la Viesca (o como me gusta llamarla, Peña de las Trincheras). 
Al otro lado del collado de Fito, el Pico de Santiago.

Desde el collado de los Amargones el poljé del Feliciano.

Hacia el Pico Feliciano.
Una pequeña laguna
Vista atrás, hacia el poljé.
Enfilando la arista hacia el Feliciano.
Hacia los Barrios de Gordón.


En la cima, vistas hacia el valle de Casares
Cima del Feliciano.


Buzón de cumbre.
La vuelta.



Entrando de nuevo en los Calderones del Infierno.



Y por aquí pasaba un camioneto?






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