Corría el año 87 cuando Gabinete Caligari sacaba al mercado su Camino Soria y cuando por motivos laborales tuvimos que desplazarnos a vivir a esa ciudad.
Una nueva ciudad y un grupo de nuevas amistades que nos brindaron un nuevo enfoque de vida.
De entre esas personas, guardo especial recuerdo de Paco. Alto, delgado y algo desgarbado, con un tono de voz propia de asmático y siempre acompañado por alguno de sus perros.
Con Paco compartiríamos días de monte, de cañas, de turismo y sobre todo de observación de pájaros. Un pajareo tranquilo (sin los agobios de tener que twitchear todo lo que aparece y que los vecinos han visto), entre las dehesas de robles sorianas, por las orillas del Duero, por sus lagunas esteparias o incluso por el Delta del Ebro.
Paco con tono de humor solía repetirme que en el mundo hay dos tipos de personas: los que han visto al quebrantahuesos y los que no lo han visto.
Por supuesto, él estaba incluido en el primer grupo y nosotros en el segundo.
El día que cruzamos la delgada línea roja de esa clasificación, íbamos camino al Visaurin y en las inmediaciones del refugio de Gabardito nos topamos de repente con tres ejemplares de quebrantahuesos que descansaban en la pradera. Por supuesto el subidón fue increíble y si hubiera ocurrido en el tiempo actual, lo inmediato hubiera sido llamar a Paco por teléfono para comentáselo, pero de aquella (increíblemente) no existía la telefonía móvil.
Hubo otra observación posterior del quebranta mientras recorríamos el Tour del Annapurna en las recónditas montañas del Himalaya, pero ha sido hoy, en la cima del Jario, la observación más satisfactoria de un quebrantahuesos.
Durante todo el recorrido, desde el Puerto de Panderrueda, las sombras de los buitres nos obligaban a levantar velozmente nuestras cabezas para ver si una de esas sombras correspondía a algún buitre negro, o con mayor suerte a algún quebrantahuesos.
Y el momento triunfal llegaría al poco de hacer cima en el Jario.
Tras varios buitres leonados sobrevolando la zona, una silueta distinta y muy especial apareció y comenzó a trazar círculos sobre nuestras cabezas.
-UN QUEBRANTAGUESOS!!!!!!!!
Momentos de excitación y nerviosismo, mientras cambiaba el objetivo de la cámara y una vez cambiado cuando no conseguía enfocarlo.
Dos minutos, tal vez tres, el quebrantahuesos permaneció en el cielo, sobrevolando nuestras cabezas sin mostrar el menor síntoma de sorpresa a pesar de nuestros chillidos (se lo contábamos a las restantes personas que también estaban en la cima), cuando solucionados los problemas de enfoque conseguía centrarlo en el visor de la cámara y apretar el disparador repetidamente.
Un par de fotos testimoniales y una gran sonrisa en nuestra cara, mientras veíamos como se perdía en el cielo.
Como bien sabes Paco, hay dos tipos de personas: los que disfrutamos de las cosas sencillas como el vuelo de un quebrantahuesos en la cima del Jario con una mañana radiante y el resto.
Ya en casa, procesadas las fotos, que necesitaron un aclarado y aumento de tamaño, y con la ayuda de Martín
determinamos que el ejemplar que vimos se trata de Vitorina, una hembra de cinco años de edad.
determinamos que el ejemplar que vimos se trata de Vitorina, una hembra de cinco años de edad.
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