9/09/2021
Leí hace tiempo que algunos científicos opinan que las vibraciones de los sonidos que se han producido en el mundo siguen vivas en el mismo lugar donde se produjeron, atenuadas hasta ser imperceptibles por nuestros oídos. Pero que si dispusiéramos de una máquina capaz de captarlas podríamos escuchar el golpe en el suelo de la manzana que cayó junto a Newton o la exclamación de Hillary al alcanzar la cima del Everest.
De momento aún no disponemos de dicho aparato, las conversaciones pasadas quedan en el pasado. Pero si disponemos de una herramienta no material, más bien espiritual, capaz de captar otro tipo de vibraciones dejadas a través del tiempo por los peregrinos que abandonaron sus casas, sus quehaceres, e incluso sus familias, para lanzarse al camino que les llevaría hacia el Monte de las Estrellas.
La Ruta Sagrada, el Camino de Santiago, un lugar especial por su historia, por los peregrinos que recorren sus caminos y por todos aquellos edificios que con su simbolismo nos habla de mundos celestiales.
Una pequeña incursión, entre Carrión de los Condes y Frómista (ida y vuelta) por carretera, saludando a los peregrinos y visitando aquellos templos que tanto nos gustan.
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