9/06/2021
Nos acercamos al solsticio de verano y a pesar de madrugar mucho no logramos sorprender el amanecer.
Un trayecto largo hasta que entramos al valle, desde el puerto de Pandetrave, para encontrarnos con un paraje envuelto en la niebla.
-Despejará?
-Por supuesto!!!!
En el aparcamiento situado en la parte alta de Cordiñanes, dejamos nuestro coche y tomamos el camino que nos lleva hacia la Rienda de Asotín, el increíble camino que aferrado a los cortados de la Peña del Porrocho es capaz de superar semejante pared, para entrar con dulzura en el hayedo de Asotín, que merced a la niebla rezuma humedad por los cuatro costados.
La Vega homónima queda oculta bajo la niebla y un soberano mosqueo se apega a nuestros pensamientos, cuando próximos al collado Solano una luz cenital comienza a dar vista a un maremágnum de altas agujas.
El sendero sigue, bordeando los cantiles de Torre Jermoso, dando vistas a las imponentes canales del Friero que hasta el momento nos había velado la niebla.
Un pequeño descenso para tomar fuerza y acometer la subida final. Por la torrentera del Argayo Congosto, buscando los mejores pasos que nos ayuden a afrontar estas cuestas que ya se hacen pesadas.
Y por fin, el sendero se vuelve camino para entrar en el territorio de collado Jermoso, un lugar de especial belleza donde se encuentra el refugio.
Un balcón con las mejores vistas del Friero, donde puedes tomarte una cervecita fría (o dos) y reposar del esfuerzo antes de proseguir camino a la cercana Torre de Llaz, donde la estrella principal será Torre Santa.
Seguimos camino hacia las Colladinas, los múltiples collados (creo que siete) que nos dan paso al circo formado por las cimas de Tiro Llago - Llambión y desde las cuales hemos podido ver el final de nuestro periplo por el Central: Liordes.
Pero Liordes aún esta lejos y antes nos las veremos con el sedo de la Padierna que nos ayuda a descender hacia la vega, pero sin entrar en ella.
La pista se anda mejor que el lapiaz, pero se hace larga hasta el puerto donde hemos dejado esta mañana ancladas nuestras bicis.
Largo y alocado descenso hasta Posada de Valdeón y una pequeña rampa antes de entrar a Cordiñanes donde cerramos círculo.
Largas jornadas de monte para recuperar imágenes y sensaciones de los viejos momentos pasados por estas montañas y darse cuenta que como dicen las estrellas, los fugaces somos nosotros.
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