Ermita de Santiago |
8/01/2021
Normal que con un cielo tan azul -y en pleno invierno- las temperaturas se desplomen, pero cuando paramos el coche en Fasgar y vemos que el termómetro marca fuera -12 graditos, es normal que sintamos pánico a salir del coche.
Hay que moverse y salir de las sombras que envuelven al pueblo hacia la luz, en busca de los rayos que dulcifiquen esa temperatura.
El Vallegordo nos ha recibido con un manto continuo de nieve, solo cortado por la serpenteante carretera que discurre por el centro del valle, uniendo sus pueblos y que tras unos 15 kilómetros nos ha dejado en Fasgar.
Fasgar, final de carretera e inicio de la pequeña ruta que nos lleva hasta la Campa de Santiago, a través del collado del Campo, donde encontramos la ermita de Santiago totalmente vestida de blanco.
Una ermita que pertenece Fasgar y asienta sus reales en el circo del Campo de Santiago o Martín Moro Toledano y cuyas aguas -que forman el río Boeza- parten a la carrera, por el estrecho y algo tortuoso valle, hacia el pueblo de Colinas donde ya nos encontramos en el Bierzo.
La nieve, en polvo y con una gran capa, hace que recorramos el camino con la lentitud de los bueyes, obligándonos a disfrutar de este paisaje blanco e impoluto.
Alcanzado el collado del Campo sabemos que lo que resta a la ermita es bajada y con la gran cantidad de nieve polvo que hay, no podemos menos que plantearnos la dureza de la subida.
Pero en el valle, bajo la atenta mirada de las Torres de Vizbueno, lo que toca es sentarse al sol, en el porche de la ermita y disfrutar el momento, dejando a un lado la subida y olvidándonos del Covid y de su puta madre.
Maravilloso, ¡qué fotos! Muchas gracias por compartirlas.
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