Septiembre/2014
El tren hacia el invierno partió a mediados del verano.
La luz, siempre la luz.
La saboreamos como el azúcar de un azucarero repleto, sin miramientos, sin pensar que se irá vaciando. Y un día nos damos cuenta que no podemos endulzar el café, porque el azúcar se ha terminado.
Como la luz de estos días, que tras las primeras lluvias, aparenta haber menguado de una manera inexplicable.
Hoy el monte tiene menos horas de luz. Lo notamos en la mañana y sobre todo en la tarde. Pero con este cambio, el monte tiene otra luz y sobre todo, otro sonido.
Los reyes del bosque han salido de sus escondite, luciendo sus mejores galas, con fuerza, mostrándose sin miedo a nuestras miradas. Reclamando el interés de las hembras. Es tiempo de berrea. Es la hora en que el monte brama en cada rincón.
Hoy volvemos al ritual del inicio del otoño.
Como la luz de estos días, que tras las primeras lluvias, aparenta haber menguado de una manera inexplicable.
Hoy el monte tiene menos horas de luz. Lo notamos en la mañana y sobre todo en la tarde. Pero con este cambio, el monte tiene otra luz y sobre todo, otro sonido.
Los reyes del bosque han salido de sus escondite, luciendo sus mejores galas, con fuerza, mostrándose sin miedo a nuestras miradas. Reclamando el interés de las hembras. Es tiempo de berrea. Es la hora en que el monte brama en cada rincón.
Hoy volvemos al ritual del inicio del otoño.
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