1/08/2020
Cuatro coches por delante del nuestro presagiaban que íbamos a tener problema a la hora de aparcar en Cardaño de Arriba.
Cuatro y los cientos de personas que habían madrugado más que nosotros y que habían petado el parking de la entrada, el habilitado al otro lado del río, todos los rincones del pueblo y la explanada tras la iglesia.
OMENOMEJODAS!!!!!! con la que está cayendo, aparcar entre tanta gente es más arriesgado que atravesar un campo de minas. El Pozo de las Lomas bien puede esperar hasta otoño (siempre que no nos vuelvan a confinar).
Había que salir del valle (el aparcamiento y aledaños de la subida por la este del Espigüete y a la cascada de Mazobres estaba igual de petaos) y buscar una alternativa rápida antes de que se nos escapara la mañana.
Peña Lampa en las proximidades a Velilla se presentó como buena alternativa por sus buenas vistas hacia el Espi y sobre todo por el espectáculo, durante el descenso, de sus sabinas de troncos retorcidos que hablan de días y noches de fuertes vendavales.
Dejamos atrás el valle, recorremos la ruta de los embalses, cruzamos Velilla y aparcamos, nada más entrar, en la carretera de servicio de las antiguas minas de Antracitas de Velilla, bajo la ladera sur de Peña Lampa.
Y con tanta historia, cuando bajamos del coche y comenzamos a caminar, notamos sobre nosotros la espada de Damocles en forma de rayos de sol.
-Pero a dónde vamos a estas hora con este solazo?
-A ver el Roblón de el Monasterio.
Que era donde apuntaba un cartel señalizador que apuntaba hacia el medio de un oscuro y refrescante hayedo situado en el plegamiento donde se ubica Peña Lampa y por el que discurre el arroyo de Valdehaya y que da nombre al hayedo: Valdehaya.
Al poco de tomar la vía de servicio hacia las abandonadas explotaciones de Antracitas de Velilla aparcamos el coche (sin ningún tipo de aglomeraciones) y comenzamos a andar por la carretera rodeados por sabinas. La carretera da paso a una pista que se introduce en el hayedo y comienza a ascender con fuerza en dirección al collado Lampa. No llegamos a él, un cruce de caminos nos indica que tenemos dos alternativas: el roblón de el Monasterio o el refugio de los senderos. Optamos ´primero por conocer el pequeño y cuidado refugio que se sitúa en el paraje de los Senderos, un buen punto desde donde es posible alcanzar la arista y desde allí, la cima de Peña Lampa.
Retrocediendo sobre nuestros pasos, volvemos al cruce para seguir por el camino del roblón.
El haya ha ganado la batalla a los robles. Solo algunos ejemplares de gran porte han conseguido sobrevivir en este bosque y dentro de estos está el roblón de el Monasterio, ejemplar de gran tamaño (no iguala al roblón de Estalaya o al roble Jatero en el paraje de La Cota de Almanza) que se yergue junto a otros robles en un pequeño otero dentro del bosque y donde hace mucho tiempo existió un monasterio del que recibe su nombre y del que hoy solo restan un montón de piedras.
Valdehaya se encuentra dentro del Parque Natural de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre-Montaña Palentina.
El Espi, el faro de la Montaña Palentina.
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