4/10/2018
Aquél día de principio de primavera que intenté junto al Javi ascender al Feliciano por el arroyo de Meleros, no era el más apropiado.
Llegar hasta la escala junto al gran salto de agua, ya había sido difícil por lo húmedo de la piedra, pero superar el último peldaño y poner el pie sobre el vértice de roca mojada, con el bramido del agua precipitándose en su caída...... eso era una temeridad.
Principio del otoño, pero como si aún fuera verano por la continuidad del buen tiempo, apenas unos hilos de agua y un pasamanos de cuerda que alguien ha colocado para hacer la salida más sencilla, con estas guisas no ofrece problema superar la escala y entrar en el mundo de la Hoz de Meleros.
Me escapo para una salida exprés por los montes de Geras. Entro en barranco de la Boyariza y subo atento de no pasarme el desvío que me lleve hacia las profundidades del barranco de Meleros, la hoz por la que el arroyo Meleros ha conseguido abrirse paso rompiendo los distintos paredones del plegamiento que se levanta en dirección este-oerte.
La escasez de agua facilita el caminar entre los grandes bloques que dan paso al gran salto. La escala sufre el paso del tiempo y uno se sus peldaños ha sido remendado con el cabo inferior de la cuerda que sirve de pasamanos. Un par de tirones para ver si aún resiste el anclaje y a esperar que no rompa nada mientras asciendo. El terreno seco ayuda a caminar por este cajón de vegetación. Por momentos un tenue sendero intenta sacarme del cauce hacia las laderas donde las hayas se encuentran en su medio, pero persevero en el seguimiento del cauce.
La escasa luz me obliga a utilizar el trípode en todo momento. Con tranquilidad, fotografiando cualquier rincón que me resulta atractivo, voy remontando el cauce con algún paso lateral algo expuesto, hasta donde las paredes parecen ensancharse y donde me topo con varios tejos. En ese punto 0pto por abandonar el cauce y remonto a lo bestia por la ladera de la derecha, que presenta fuerte inclinación y me obliga a parar varias veces para recuperar el resuello.
Un collado con amplias vistas me permite ver lo que he dejado atrás y las cimas que lo rodean, así como me planta delante de las cimas gemelas de La Silla y La Carda.
Las afronto sin descanso, primero la Carda (la de la izquierda) y después la Silla que presenta amplias vistas hacia Geras, Las Tres Marías y las cimas del Cirbanal.
Las montañas de Geras, un espacio cercano a León que ofrece variedad de recorridos entre valles, gargantas y cimas con la frescura de lugares poco conocidos y visitados.
Desciendo hacia el collado de Collarriondo entre un hayedo sin camino y desde este por la senda que discurre por el barranco de la Boyariza hasta el coche.
Inicicio del barranco de la Boyariza.
El hayedo de la Boyariza.
He abandonado el camino y tomado el sendero que va hacia la entrada de la Hoz de Meleros.
El paso clave, donde hace unos años la explosión de agua que caía por sus paredes no nos permitió pasar. Hoy apenas un hilo de agua
El paso de la escala.
Entramos en el mundo fantástico de la Hoz de Meleros.
Con escasez de agua (en mi caso apenas nada) se pasa con facilidad, salvo algún resalte que el preciso superar por los laterales con pasos algo expuestos.
Un bosque dentro de la Hoz.
El barranco comienza a abrirse. Es en ese punto cuando encuentro varios ejemplares de tejo.
Algunos de buen porte.
Punto en el que salgo de la hoz.
Una mirada atrás.
Y al frente las cimas del Palanco: La Silla y La Carda.
Vuelvo la mirada.
Valles interiores.
Cima de La Silla.
Panorámica hacia los Montes Tijera (izquierda)
Más a la derecha las cimas del Cirbanal y las montañas de Casares.
Cima de La Carba
Geras (derecha) y el valle de Arbas
Collado de Collarriondo y el hayedo de la Boyariza.
La Muezca.
Mostajos.
Por el hayedo camino de Collarriondo.
Collariondo, un lugar par ver estrellas.
Buena y guapa ruta, que tuve el gusto de conocer hace muy poco. La Hoz de Meleros, para impresionar. Eso si , con poco agua
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