La Devesa da Rogueira bajo la cima del Formigueiros
9/10/2018
El bosque de la Devesa da Rogueira es uno de aquellos lugares que tienes en el recuerdo como algo maravilloso y espectacular, pero que ha pasado tanto tiempo desde que pisaste esos senderos que no te haces una correcta idea de como era.
Por ello era preciso acercarnos de nuevo a caminar por el prototipo de como eran los bosque gallegos hace un par de siglos. La Devesa es una fraga gallega, un bosque espeso que aglutina una gran variedad de especies arbóreas y que ha mantenido su esencia a lo largo de los años, para permitir que disfrutemos en su interior de la belleza de la naturaleza salvaje.
Durante el tiempo que vivimos en Lugo nos acercamos a recorrer sus camino en dos o tres ocasiones, pero el paso de los años había formado una patina de oxido, que apenas nos permitía recordar algún tramo del camino. Era tiempo de volver, más había que ganar la mano a la pereza para llegarse hasta Seoane do Caurel por las intrincadas y retorcidas carreteras que recorren la Sierra del Caurel, hasta la perdida población de Moreda, donde nos topamos con el aula de la naturaleza que han levantado al inicio del sendero.
Llegado al aula de la naturaleza poco hay que contar. El camino llega hasta una valla que sobrepasamos y entramos en un mundo de fantasía donde el color verde lo tiñe todo. Sotos de castaños de gran tamaño, avellanales formando un pasillo que apenas te permite vislumbrar la salida, robles, arces, encinas tapizando las laderas que llegan a recoger los escasos rayos de sol que penetran en esta ladera norte, hayas, tejos, abedules. Una explosión de verdor que dentro de unos días comenzará a volverse un bosque multicolor.
Pero tanta variedad nos reclama un peaje, el camino asciende sin pausa por el centro de la ladera del Formigueiros sin interrupción, sin darnos una tregua hasta alcanzar la Fonte do Cervo (con escasa agua por estas fechas) y el mirador de Polín (700 metros de desnivel en un recorrido de unos seis kilómetros), un tinglado que han montado en una ladera de la cárcava que forma la Devesa y nos permite hacernos una idea exterior de la frondosidad de este bosque.
Podríamos continuar desde el mirador el camino, o retroceder hasta la cascada do Cervo y desde ese punto alcanzar el Alto del Couto, pero nos decantamos por desandar nuestro camino y volver a patear ese formidable pasillo vegetal por donde hemos ascendido.
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Aula de la naturaleza e inicio del sendero hacia la Devesa da Rogueira.
La puerta que nos mete de lleno a la fragosidad del bosque.
Soto de castaños.
El pequeño y estrecho por donde corren las aguas del arroyo Rogueira es aprovechado por las vacas.
Sin tregua el camino asciende sin descanso hacia las fuentes do Cervo. Según avancemos la pendiente aumentará.
Un túnel de vegetación.
Desde hace un buen rato las hayas se han apoderado del terreno por donde caminamos.
Junto al camino algunos ejemplares de tejo.
Cruce de caminos. Nuestro camino se encuentra con el que viene del Alto del Couto y con la traza que se acerca hasta la Fonte do Cervo.
Hemos ganado altitud, son ahora los abedules los dueños del lugar.
A 1400 metros de altitud, sobre una pared rocosa encontramos las Fontes do Cervo.
La pared libre de vegetación contiene dos caños, uno de aguas ferruginosas y rojizas, y otro con un agua blanca y cristalina de origen calcáreo.
Se les atribuyendole poderes medicinales a sus aguas: la blanca para curar la anemía y las enfermedades del estómago, y la de color rojizo para los pulmones.
Fonte do Cervo.
El camino nos saca a la arista oeste. Fuera de la Devesa se nos muestra otro paisaje gallego, el que ha sido afectado por la mano del hombre.
Devesa da Rogueira.
Mirador de Polín.
Desde el mirador de Polín hacia la Devesa (una pena que el sol este al frente).
Galicia (Lugo).
La vuelta.
Entre encinares.
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