San Isidoro: Puerta del Perdón

Pienso en la similitud del románico y la montaña.

Las montañas son elevaciones del terreno y el románico es el primer arte creado para levantar templos. Pero al igual que cada montaña tiene su particular forma, sus valles y unos accidentes que la hacen única, los templos románicos erigieron iglesias, catedrales, colegiatas o monasterios, creando obras distintas, con similares patrones, pero guardando la originalidad de sus constructores.

Y si cada una (montaña e iglesia) son únicas por su forma, lo son también a los ojos del espectador. Mi percepción de algunas cimas cambió con los años, al igual que hoy veo los relieves en los muros con otra dimensión.

Cuántas veces habré pasado delante de los muros de San Isidoro (nuestro campo de juegos a la salida colegio). Muchas habré parado delante de la Puerta del Perdón a contemplarla, pero no fue hasta hace unos días, cuando contenplé con detenimiento su tímpano.


Labrado sobre tres piedras distintas, el maestro Esteban (el mismo que trabajó en la puerta de las Platerías de Santiago) nos muestra sobre el tímpano tres escenas distintas: el Descendimiento, la Resureción y la Ascensión.

El matiz que convierte a esta obra en algo particular, lo encontramos en los rostros mofletudos de ciertos personajes y en los pliegues redondeados de sus ropas, que dan a la escena el aire inexpresivo típico de este maestro.


El Descendimiento. Un personaje con largas tenazas retira el clavo de la mano izquierda de Cristo, mientras que la Virgen y San Juan sujetan el brazo liberado y su cuerpo. A ambos lados de la cruz, ángeles portando incensarios.

Podríamos preguntarnos si el maestro Esteban trató de restar dramatismo a la escena, esculpiendo a estos personajes regordetes que trasmiten al espectador un sentimiento de bienestar, más que el propio dramatismo de la escena.










La Resurrección. Un ángel muestra a las tres Marías el sepulcro vacío de Cristo, porque ha resucitado.

De nuevo rostros y túnicas redondeadas, así como las alas del ángel retorcidas de manera antinatural (infantil) para que puedan entrar en la escena.




La Ascensión. Se representa a Cristo subiendo a los cielos, entre dos ángeles sobre los que se apoya.         

Si las alas del ángel de la resurrección se colocaron de forma antinatural, las de estos apenas encuentran espacio y es preciso prestar mucha atención para darse cuenta que son dos ángeles.

 Sitúa en el hastial sur del transepto, recibe este nombre por servir de entrada a los peregrinos que se dirigían a Santiago, si bien solo se abre los Años Santos.

 Bellamente decorada. Destacan dos imágenes de cuerpo entero de San Pedro y San Pablo, ademas del tímpano de la puerta.

 A la izquierda aparece la leyenda: Ascendo ad Patrem meum Patrem vestrum (Asciendo a mi Padre, vuestro Padre). 
 El tímpano se apoya sobre dos mochetas con figuras, perro a la izquierda (aunque parece un oso) y dragón a la derecha.

Miran e intimidan al visitante.

 San Pablo (izquierda) y San Pedro.

En la ménsula, sobre la que descansa el primero, aparece su nombre.

En el segundo no aparece, se le reconoce por las llaves.

 

 Detalle de algunos canecillos.



 Detalle de los mofletudos.











No hay comentarios:

Publicar un comentario