3/11/2019
Momento multicolor. Los verdes han tornado al amarillo tostado y al ocre. El bosque se prepara para la venida del invierno y realiza el acto de automutilación de sus hojas. Hoy salimos al monte a empaparnos de color, de luz y de sol.
Iyarga, la primera con i latina y la segunda con i griega. EL valle por el que corre el arroyo Iyarga, que es afluente del Silban, que a su vez lo es del Porma.
Un valle, un bosque y una cima (pequeñita) para pasar la mañana de este domingo que quiso darnos una tregua en este otoño que se presenta como de los más lluviosos de los últimos años.
Aparcamos en el área recreativa de la ermita de Pegarúas, junto a la que pasamos camino del valle de Iyarga. Las hayas no guardan uniformidad ni en colores ni en hojas, teniendo en los extremos del bosque un color resplandeciente que se torna ocre en su interior.
El viento nos persigue durante nuestro recorrido que avanza entre el bosque y el valle, hasta que giramos en un ángulo de noventa grados (a la izquierda) y comenzamos a ascender con fuerza y decisión hacia las majadas de Campomuelle, donde las últimas vacas aprovechan los pastos ante la próxima venida de las nieves.
Nuestra pequeña cima resulta ser un gran balcón hacia los hayedos de la Sierra de la Cuerna y el Pico Mahón, por los que caminaremos siguiendo en parte al arroyo de Rebueno hasta volver a encontrarnos de nuevo en el valle donde hace pocas horas dejamos nuestro coche.
El otoño me hace gritar, me hace vibrar, pero sobretodo me hace sentir vivo.
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Comenzando la caminata junto al área recreativa.
Ermita de Pegarúas.
El siempre presente Susarón será el faro que nos oriente en nuestro camino.
Estampas otoñales.
Ya por el bosque de Iyarga.
La descomunal mole del Pico Ausente nos empequeñece.
Valle de Iyarga con las cimas de Peña Redonda y Pico Ausente.
Vista atrás. En este caso el valle de Iyarga y algunas cimas del vecino macizo de Mampodre que ya luce las primeras nieves.
Cogiendo altura.
Y entrando en las majadas de Campomuelle.
Majadas de Campomuelle.
El circo formado por las cimas del Pico Redondo y el Ausente.
Alcanzada la cima, un nuevo valle bajo nuestros pies. Una explosión de color en los hayedos.
Resguardándose del viento.
El Susarón, nuestro faro, nos señala hacia donde tenemos que caminar.
Por bosque, hoy todo nuestro camino es por bosque.
Foto de familia (familia solo los dos de la izquierda).
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