05/01/2016
Minireunión de jóvenes pajareros (con padresacompañantes incluidos) por los parajes de La Nava.
Lo normal por estas fechas y estos páramos es el frío. Con fortuna para nosotros el viento se contuvo y conseguimos pasar un buen día sin perder la punta de los dedos y la nariz.
La Nava adquiere protagonismo año tras año, al preferir los gansos sus lagunas y campos adyacentes a los de Villafafila. Por ello cada año vamos encontrando mayores concentraciones de gansos, entre los que se cuelan un pequeño grupo de barnaclas cariblancas y algún ganso indio.
En esta ocasión las barnaclas y los indios solo se nos presentaron en la lejanía y a contraluz, por lo que no disponemos de fotos.
Amanecemos al pie de la laguna grande, para ver la salida de los gansos hacia los campos para buscar su alimento. Refugiados en el observatorio de Corralillos, los gansos sobrevuelan nuestras cabezas, emitiendo sus graznidos.
Cumplido el primer ceremonial, recorremos los campos, nuevamente en busca de los grupos de ánsares. Asustadizos y temerosos, los gansos vigilan nuestro acercamiento, no dudando en emprender el vuelo a mínima duda de peligro. Hay que recordar que en los alrededores de La Nava está permitido darles caza.
Va pasando la mañana, con algún cafetillo que sirve para entonar el interior y desentumecer las puntas de los dedos en el bar de Fuentes, hasta que decidimos acercarnos hasta la laguna de Boada. Otra endorreica que va perdiendo nivel cada año y ahora se encuentra a gran distancia del observatorio.
El fin de día suele acontecer en La Nava, en el observatorio de El Prado, para ver la entrada de los gansos a la laguna a dormir.
Pero nuestros jóvenes pajareros cambian rumbo en busca de una corneja cenicienta que alguien ha citado por los alrededores. Pero esos es otra historia de frío y conjeturas......
Observatorio de Boada
Boada de Campos
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