Brañadurria desde Rabanal de Abajo

 

En el collado de la Escrita


17/02/2021

Una niebla impertinente que se cierne sobre Omaña nos lanza a continuar hacia el puerto de la Magdalena y entrar en el Alto Sil en busca de cielos límpidos.

Bien sabemos que las improvisaciones por los caminos del Alto Sil pueden terminar en un enmarronamiento, donde los rasguños quedan en un plano inferior si hablamos de garrapatas. Por tanto, para prevenir posibles males, optamos por un recorrido sencillo, sin posibles pérdidas, pero no carente de interés, ya que movernos entre cualquiera de las brañas del Alto Sil tiene el encanto de los paisajes domesticados -momentáneamente- por la mano del hombre en busca de recursos, logrando una simbiosis que consigue que cualquier braña quede perfectamente integrada en el paisaje.

Con esas guisas y con una mañana espatarrante de sol, aparcamos en las afueras de Rabanal de Abajo y cruzamos el viaducto que sobrevuela las aguas del embalse de la Rozas, siguiendo la CL-631 un par de cientos de metros, antes de tomar la pista que sale a nuestra izquierda.

Por ella y por uno de los espesos abedulares que cubren estas tierras, vamos subiendo sin descanso hacia el Chano de la Escrita.

Una subida sin tregua, que supera 550 metros de desnivel en 4,5 kilómetros de distancia y que nos deja en un paraje único, donde la campa del Chano de la Escrita, rodeada de abedules y con un refugio, ofrece unas vistas increíbles hacia El Miro (de Tejedo, que decimos los que no somos de allí).

La pista sigue, hacia Trasmundo, pero nosotros buscamos un desvío algo escondido a la derecha, que en descenso nos lleva hacia el profundo valle donde se asentaba Brañadurria y donde hoy solo una cabana aparece perfectamente arreglada, siendo el resto el recuerdo de mejores días.

Momento para el relax, para sentarte y disfrutar de este espacio torturado, donde el arroyo de Urria consigue con esfuerzo y tesón salir al encuentro del Sil y donde unos atrevidos rayos de sol consiguen colarse para iluminar este pequeño recinto de paz.

La vuelta desandando nuestros pasos.




Rabanal de Abajo
Una pista en perfecto estado que asciende sin tregua.
Presa del embalse de las Rozas.

Vista atrás; el embalse de las Rozas y la población de Villablino.
Los primeros narcisos que vemos.
Abedul de notable tamaño.

Fuente.
Un pasillo de abedules.

Vista atrás, destacando el Muxiven y el Cornón.
Campo de narcisos.
Chano de la Escrita, con el Miro de Tejedo al frente.
El refugio
Entramos en el valle donde se encuentra Brañadurria.
Al frente el Cuerno del Sil.


Brañadurria.
La única cabana que aparece arreglada.






Desandando el camino.


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