Pico Aguazanes y Pico Bolero

 


16/11/2021

El sol quedó atrás, por Vegacervera, mientras avanzábamos hacia Piedrafita la Mediana.

El paisaje se fue cubriendo con esas nubes negras que se ciernen eternamente sobre los castillos de Transilvania en las películas de vampiros y mejor hubiera sido desviarnos hacia Rodillazo y hacer una incursión hacia el Correcillas o el Cueto Calvo. Pero la cerrazón nos nubló la cabeza, haciéndonos creer que esas nubes podrían desaparecer en el trascurso de la mañana.

No llegamos a entrar en Piedrafita. Aparcamos donde finaliza el asfalto y empezamos a ascender hacia el puerto.

Recorremos con rapidez un tramo de pista hasta una gran curva, donde la abandonamos para seguir por un estrecho sendero que remonta el valle hacia la cabecera del río Torío. Pero la nieve y la niebla, cada vez más espesa, nos impedirá ver donde esta el naciente, por lo que solo nos restaba buscar el camino menos incómodo para ganar la arista.

Una arista que nos recibe con una bofetada de viento y una cencellada que deja un paisaje estupendo para un anuncio de navidad.

Poco resta para la cima del Aguazanes, que señaliza su punto más alto con un hito de piedras y que gracias a la niebla, no vamos a poder ver más allá de nuestras narices.

Aún así, continuamos hasta la cercana cima del Bolero que no aparta nada más que frío y desolación.

Viento, frío y niebla, que más se puede pedir para una estupenda mañana de monte?




Carlos junto a una de las balizas de nieve tan típicas de los puertos italianos y que nos hablan de la existencia de ingenieros italianos trabajando en la construcción de esta carretera.
La pista avanza en busca del Pto. de Piedrafia, al que no llegamos.

Al frente el estrecho valle por donde descienden las aguas del arroyo del Tablado, en cuya cabecera se encuentra la Peña Guazones (Alto del Corrlón), de la que hoy, gracias a las nubes, no vemos ni un carajo.

La caseta del Puerto y junto a ella un fresno.
El Cueto Vea (en el centro) que bordeamos por su izquierda para ganar la arista que nos lleve al Aguazanes.

Atrás quedo el tiempo despejado.

Más nieve de la que pensábamos. 

A punto de alcanzar la arista.
En la arista, disfrutando del viento, el frío y la niebla.

Cima del Pico Aguazanes.
Cima del Pico Bolero.
Descendiendo, de vuelta al valle.


La arista rocosa que arranca junto al Torío y continúa hasta el Alto del Corralón.


Pico Pardal y Monasterio de San Guillermo desde Fuentes de Peñacorada

Sobre las ruinas del monasterio de San Guillermo

 

14/11/2021

La misma soledad y el mismo silencio que disfrutaría Guillermo hace más de setecientos años.

Sobre las ruinas del monasterio de San Guillermo y viendo como el inmenso robledal que se extiende por el valle de Valdetuejar se iba incendiando, quise sentir la paz interior que estos eremitas, huidos de la dominación musulmana, buscaban a la sombra de Peñacorada.

Transito entre la Meseta y las estribaciones de la Cordillera, el pequeño macizo de Peñacorada guarda los restos de antiguas culturas que recorrieron estos montes en busca de refugio, como los eremitas de San Guillermo, de comunicación, como las legiones romanas en su intento para unir los valles del Cea con el del Esla, o como los Vanidienses en su búsqueda de un lugar que les brindara refugio (Pico Pardal) ante la llegada de otros grupos atacantes.

Fuentes de Peñacorada, pueblo de montaña por excelencia es el punto de inicio de nuestra ruta hacia el Pico Pardal. 

Siguiendo la huella de las legiones hasta el desvío que nos mete en el pequeño y estrecho valle por donde corre el arroyo Cuenjas, que remontamos hasta hollar la cima del Pico Pardal.

Protegido en su mayoría por cantiles, la amesetada cima se muestra como un increíble mirador hacia las cumbres que rodean a Ocejo de la Peña (Los Moros, La Rionda, Pico Cerroso y Campriondo), hacia el Valle del Hambre con el Espigüete y el Curavacas cerrando el cuadro y hacia la cercana Peñacorada.

Hacia esa cima encaminamos nuestros pasos, al collado de El Campurrial, desde donde bordeando la ladera accedemos al valle de Valdetuejar en busca de los senderos que nos llevan a las ruinas del monasterio de San Guillermo.

La comunidad de eremitas disponía de las aguas de un recién nacido arroyo Valdelis para cubrir sus necesidades y las de sus huertos y a la sombra del Peñacorada levantó los muros de un monasterio que hoy, sus ruinas, en silencio, hablan de su historia de vidas y sueños pasados.



Fuentes de Peñacorada.
La ladera de Peñacorada guarda cientos (400 ó 500) de pequeñas ejemplares de tejos. 
Siguiendo la huella de las legiones romanas.
Tras Peñacorada el grupo de cimas entre las que se encuentra la Peña el Castro y el Peñón (con otro asentamiento Vanidiense),
Estos romanos construían a conciencia sus caminos. 
Por el valle del arroyo Cuenjas hacia el Pico Pardal (el del fondo).
La vecina Peña Vila vista desde el valle.
Y el Pico Pardal.
Peña Vila.
Un aljibe en la amesetada cima del Pico Pardal.
Vistas hacia Peña Vila y Peñacorada.
Hacia el valle de Valdetuejar.
El Espi y el Curavacas.
Hacia las montañas de Ocejo.
Los Moros y Peña Rionda.
Sobre la cima norte del Pico Pardal.
En la cima sur.


Atravesando un hayedo de camino hacia El Campurrial.



Muy cerca del collado.
La ladera norte de Peñacorada.
Con grandes ejemplares de roble.

La otoñada de los robles.
Peña Vila.
De nuevo el Espi y el Curavacas.
El lugar donde San Guillermo y sus colegas levantaron su lugar de recogimiento.
Sobre las ruinas del monasterio de San Guillermo.
La vuelta.


El otoño.