Lagos de Saliencia


Lago de la Cueva
Lago de Calabazosa
Por las orillas del Lago de Calabazosa.

11/07/2020
Días de mucho calor que incitan a buscar sombra o lugares donde poder refrescarse.

Los lagos de Saliencia llaman al baño, a pesar de la prohibición por parte del Parque Natural.

Un entorno glaciar, donde la caliza se mezcla con el magnesio sufriendo un proceso de dolomitización y convirtiendo la caliza en un material impermeable que impide el paso del agua a capas inferiores.

Desde al Alto de la Farrapona, por un paisaje modelado por la minería accedemos al Lago de la Cueva, que surge repentino en el fondo de una cuenca que iremos bordeando para salvar un pequeño collado que nos acerqua hasta el Lago de Calabazosa, el de mayor tamaño y quizá el más vistoso.

Sus aguas turquesa toman un tono más plúmbeo cuando nadamos por su zona central donde sus aguas aún conservan parte del frío de las noches de invierno.

Un estrecho paso nos deposita en las praderías donde se asienta el Lago Cerveriz, que esta mañana aparece custodiado por un ejercito de vacas que no consiguen mantener la hierva a raya y cuyas aguas reflejan las aristas de los Picos Albos. 

Cerrando el círculo pasamos cerca de los restos de la Laguna de la Almagrera, cuyas aguas no han resistido los calores del verano y poco después volvemos a ver, desde las alturas, el Lago de la Cueva con distinta luz que le confieren coloraciones turquesas a sus bordes.

Rojo es el tono de nuestras zapatillas, después de cruzar la pista cercana a la mina Santa Rita que se explotó por el XIX y antes de llegar al Alto de la Farrapona que nos recibe con la algarabía propia de un puerto que montaña accesible en una calurosa tarde de verano.



Alto de la Farrapona, asfalto en la parte asturiana y pista desde Torrestío.
Valle de Saliencia

Las huellas de la minería.


Lago de la Cueva, apenas visible y la cima del Albo Oriental.

Lago la Cueva
La impermeabilización de la cubeta donde se asienta el Lago de la Cueva no es por un proceso de dolomitización como en el caso de los lagos de Calabazosa y Cerveriz. En este caso es debido a las areniscas devónicas que la impermeabilizan.
Las cimas de los Picos Albos.


Otra imagen del Lago de la Cueva.

Lago de Calabazosa.

500 metros de largo.

Bordeando el Lago de la Calabazosa.


Vista atrás.
Praderías donde se asienta el Lago Cerveriz.





Laguna de Almagrera.

De nuevo junto al Lago de la Cueva.


Quebrantahuesos (Gypaetus barbatus)




Corría el año 87 cuando Gabinete Caligari sacaba al mercado su Camino Soria y cuando por motivos laborales tuvimos que desplazarnos a vivir a esa ciudad.

Una nueva ciudad y un grupo de nuevas amistades que nos brindaron un nuevo enfoque de vida.

De entre esas personas, guardo especial recuerdo de Paco. Alto, delgado y algo desgarbado, con un tono de voz propia de asmático y siempre acompañado por alguno de sus perros. 

Con Paco compartiríamos días de monte, de cañas, de turismo y sobre todo de observación de pájaros. Un pajareo tranquilo (sin los agobios de tener que twitchear todo lo que aparece y que los vecinos han visto), entre las dehesas de robles sorianas, por las orillas del Duero, por sus lagunas esteparias o incluso por el Delta del Ebro.

Paco con tono de humor solía repetirme que en el mundo hay dos tipos de personas: los que han visto al quebrantahuesos y los que no lo han visto.

Por supuesto, él estaba incluido en el primer grupo y nosotros en el segundo.

El día que cruzamos la delgada línea roja de esa clasificación, íbamos camino al Visaurin y en las inmediaciones del refugio de Gabardito nos topamos de repente con tres ejemplares de quebrantahuesos que descansaban en la pradera. Por supuesto el subidón fue increíble y si hubiera ocurrido en el tiempo actual, lo inmediato hubiera sido llamar a Paco por teléfono para comentáselo, pero de aquella (increíblemente) no existía la telefonía móvil.

Hubo otra observación posterior del quebranta mientras recorríamos el Tour del Annapurna en las recónditas montañas del Himalaya, pero ha sido hoy, en la cima del Jario, la observación más satisfactoria de un quebrantahuesos.

Durante todo el recorrido, desde el Puerto de Panderrueda, las sombras de los buitres nos obligaban a levantar velozmente nuestras cabezas para ver si una de esas sombras correspondía a algún buitre negro, o con mayor suerte a algún quebrantahuesos.

Y el momento triunfal llegaría  al poco de hacer cima en el Jario. 

Tras varios buitres leonados sobrevolando la zona, una silueta distinta y muy especial apareció y comenzó a trazar círculos sobre nuestras cabezas.

-UN QUEBRANTAGUESOS!!!!!!!!

Momentos de excitación y nerviosismo, mientras cambiaba el objetivo de la cámara y una vez cambiado cuando no conseguía enfocarlo. 

Dos minutos, tal vez tres, el quebrantahuesos permaneció en el cielo, sobrevolando nuestras cabezas sin mostrar el menor síntoma de sorpresa a pesar de nuestros chillidos (se lo contábamos a las restantes personas que también estaban en la cima), cuando solucionados los problemas de enfoque conseguía centrarlo en el visor de la cámara y apretar el disparador repetidamente.

Un par de fotos testimoniales y una gran sonrisa en nuestra cara, mientras veíamos como se perdía en el cielo.

Como bien sabes Paco, hay dos tipos de personas: los que disfrutamos de las cosas sencillas como el vuelo de un quebrantahuesos en la cima del Jario con una mañana radiante y el resto.




Ya en casa, procesadas las fotos, que necesitaron un aclarado y aumento de tamaño, y con la ayuda de Martín 
determinamos que el ejemplar que vimos s
e trata de Vitorina, una hembra de cinco años de edad.

Cueto del Oso por el valle de Tejedo y descenso por Campo Cuevas hacia la Braña de Fontaninas


La cabecera del valle de Tejedo con la braña de Vitusel

7/07/2020
De nuevo camino hacia el Alto Sil. Y de nuevo hacia una cima conocida: el Cueto del Oso.

Desde Tejedo del Sil, remontando el valle hacia las brañas de Fontaninas, a las que no entro y prosiguiendo hasta las brañas de Vistusel, que sorprenden por su disposición de adosados.

A estas alturas, el valle de Tejedo nos ha ido mostrado su espectacular circo formado por Peña Mayor y el Cueto de Oso y la frondosidad impenetrable de sus bosques.

La apuesta resulta arriesgada en el caso de que los senderos que aparecen en el Iberpix (que son los que pienso seguir) ya no lo sean y el matorral lo cubra todo.

Pero de momento, sigo ganando altura por la cómoda pista que continua hasta braña de Camposagrado, la inmensa pradería que aparece como salida de la nada, bajo el Alto de la Viecha y donde existe un refugio.


A partir del refugio la pista se vuelve sendero y va atravesando nuevas praderías hacia una zona donde el pino de repoblación le gana la mano al abedul y donde una traza corre a media ladera hacia el collado entre Peña Mayor y el Cueto del Oso.

Dudas de si es aconsejable meterse entre la maraña, de si quedará mucho hasta el collado, de qué cojones hago aquí?, hasta que después de luchar un buen rato con las cotoyas, se despeja el terreno y veo el sendero que me me lleva a cima.

Disfruto de las vistas desde la cima del Cueto del Oso, de la visión del Pico Bóveda y del profundo valle del Pedroso que guarda en sus entrañas las brañas de Pedroso y Fontellada, del valle de Tejedo por el que he ascendido y de saber, que la bajada la haré por camino conocido en parte y siguiendo un track que pillé en Wikiloc (lo que desconocía en ese momento, es que los jabalíes también meten track en Wikiloc).

El tramo de arista entre el Cueto del Oso y la Regaliza resultó lo mejor de la jornada, un trazado bien marcado, con vistas a los valles adyacentes y a la mayoría de las montañas del Alto Sil.

Desciendo de Regaliza hacia unas praderías por las que corre e inunda un arroyo y a partir de ese punto, el track me lleva por grandes manchas de abedular que me impedirán ver por donde y hacia donde camino, algo similar a caminar por un túnel.

En Campo Cuevas veo la luz, que vuelvo a perder cuando el track me devuelve al abedular para hacer un descenso directo hasta las brañas de Fontaninas.

Cruzo el arroyo Fontaninas -que aprovecho para remojarme y sacarme el sofoco del bosque- el mismo que da nombre a la braña y el que más tarde se trasformará en el río Tejedo y a la salida del valle pasará a engrosar el Sil.



Tejedo del Sil, final de carretera e inicio de la caminata por el valle de Tejedo.

Variedad en los cierres de fincas. De momento por la zona, los somieres únicamente se emplean para dormir. 

Vista atrás, Tejedo del Sil en medio de la fragosidad del bosque.

Con algo de zoom, Tejedo del Sil
Comenzamos a tener buenas vistas del valle de Tejedo
La braña de Vistusel y al fondo, en la cabecera del valle, Peña Mayor.

Resulta muy curioso la disposición de las construcciones todas adosadas.

A su frente, el Pico Gallo en las inmediaciones de Campo Cuevas.
Braña de Vistusel.
Superpanorámica desde la inmediaciones de Camposagrado.
El Pico Gallo y a su derecha Campo Cuevas.
Las praderías de Camposagrado.
Donde hay un estupendo refugio.
Panorámica desde Camposagrado.

El camino que se empieza a cerrar.
Y a desaparecer por momentos.
Vista atrás.


Superada la vegetación, en la cabecera del circo y a punto de alcanzar el collado que me lleva hacia ...
... la cima del Cueto del Oso.
Desde la arista, el valle de Pedroso con la espectacular cima del Pico Bóveda.
Camposagrado a vista de pájaro.
Desde la cima, la arista por donde bajaré.
Cima del Cueto del Oso (de nuevo por aquí?)
El circo de Pedroso, con las cimas del Bóveda y Peña Mayor.

Descendiendo.
Hacia esas praderías, con vistas hacia el Pico Gallo y el collado de Campo Cuevas.


Abedul.

La laguna de la Papolas, hoy seca.
El collado de Campo Cuevas.
Su laguna casi seca.
Arroyo Fontaninas, suficiente para remojar los pies.
Brañas de Fontaninas.


De nuevo Tejedo del Sil.