23/06/2009 (Recuperada del baúl de los recuerdos)
Sigo alucinando con la rapidez con la que todo esto esta ocurriendo.
Un mes!!! Un mes llevamos recluidos. Un mes privados de libertad y con la sombra de la Parca sobre nuestras cabezas, porque a unos amiguetes en el otro lado del planeta, para pasar la tarde, se les ocurre merendarse unos pangolines.
Y lo que nos queda!!!!
Esta reclusión me lleva a continuar con la limpieza del disco duro y vuelvo a toparme con fotos de la zona del Pico Cerroso. Es fácil repetir el mismo escenario, cuando tiene todos los ingredientes necesarios para pasar una buena tarde.
Parto de un Argovejo tan arregladito que tengo miedo de pisar por su calle principal, no sea que rompa algo. Y salgo por el valle de la Trapa, camino del collado del mismo nombre para acceder a la arista entre Peña Verde y Pico Cerroso. A mi espalda el valle de la Trapa y tras él, los altivos Jaidos, escoltados por las Pintas y por un tropel de montes que estiran sus cimas para hacerse visibles.
Del otro lado, el valle donde se asienta Ocejo, con el Campriondo cubriendo sus espaldas y una discreta Peñacorada que se muestra deslucida y a contra luz.
En la arista, caminando por la pudinga, el último apretón del día y los minutos necesarios para atesorar otro recuerdo.
Y en la cima, mientras contemplas los cuernos de la Rionda y los Moros, las preguntas impertinentes de lo que merece o no la pena.
Comenzando por el valle de la Trapa.
Sabinas.
Peña de los Avellanales.
Collado de la Trapa.
Hacia Peña Verde.
El collado de la Trapa en primer plano, seguido por el Campriondo y Peñacorada.
La arista hacia la cima del Pico Cerroso.
Los Moros (izquierda) y la Rionda.
Cima del Pico Cerroso.
Cruz de cima y los abruptos paredones de la Peña Cebedo.
Una panorámica con los Moros, la Rionda, el Pico Roscas y el Aguasalio.
La vuelta.
La larga arista del Campriondo (Espinazo del Diablo) que pude recorrer el año pasado.
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