Peña Rionda vista desde la cima norte de Los Moros |
8/07/2021
Me gusta llamarlas "las montañas de Ocejo", aunque también, por su situación pudieran ser las montañas de Aleje, las de Argovejo, o las de Remolina.
La Rionda, Los Moros, el Pico Rosca, Pico Cerroso, Pico Cerredo, Los Castros o el Campriondo, son las cumbres que rodean (o están por los alrededores) de este pequeño Shangri-La que es Ocejo de la Peña, cuyo aislamiento en los ámbitos montañeros se debe, en mayor parte, al estrecho túnel que hay a la salida de Santa Olaja de la Varga (camino de Ocejo) que impide el paso de cualquier autocar.
Llevamos en mente la subida a Peña Rionda, por la arista que sale de el collado que separa esta cumbre con Los Moros.
Y para ello, aparcamos a medio camino entre Santa Olaja y Ocejo, junto a una pista hormigonada que asciende a toda leche hacia un corral de ganado, para luego (ya por camino), atravesar un espléndido encinar (con robles y quejigos) bajo los cantiles del Castillón y entrar en el Valle de Nuestra Señora.
Buen lugar encontraron los Vanidienses en las alturas del Castillón para defender sus moradas de los intrusos y buenos mamporros los que se darían con los romanos por este valle que ahora recorremos.
En el collado Genciana finaliza el Valle de Nuestra Señora, pero nosotros continuamos bordeando Los Moros hasta que logramos el punto donde poder colarnos al collado donde se unen las dos cimas.
Desde esta vertiente, la Rionda no ofrece su mejor imagen, donde aparece achaparrada, pero sabemos que la ascensión de su arista si ofrece unas vistas increíbles hacia los Moros, hacia la larga arista del Campriondo y sobre todo al valle del Pico Moro por el que pasaremos a la vuelta.
Alcanzamos la arista, algo más elevados que el collado y comenzamos el transito por esta vertiginosa arista que salva unos ciento cincuenta metros de desnivel hasta la cima.
La pudinga se deja agarrar bien y las huellas de anteriores montañeros nos marcan la línea a seguir, hasta que el terreno se allana y aparece ante nosotros el buzón de cumbres.
La arista ofreció buenas vistas, pero la cima resulta una pica desde la que podemos observar infinidad de cimas, valles y poblaciones.Desandamos el camino hasta el collado y buscamos el mejor paso hacia el valle del Pico Moro, que aún conserva el verdor y la frescura primaveral.
Un estupendo camino empedrado nos lleva, entre revueltas y salvando mucho desnivel hasta la entrada de Ocejo y sin llegar a entrar en el pueblo caminamos por la carretera al encuentro de nuestro coche.
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