Iglesia de Santiago de Peñalba y Valle del Silencio


Iglesia de Santiago de Peñalba
Portada principal
Arroyo del Silencio
Cueva de San Genadio

6/04/2017
Hace mil años las tierras al sur de la actual Ponferrada podrían ser un inmenso bosque de castaños y otras frondosas. O tal vez no?

Quizás los castaños que perduran por estos montes  fueron plantados por grupos de monjes que peregrinaban por estas tierras en busca del silencio y la soledad.*

Lo que si es seguro, es que la llamada Tebaida Berciana (que abarca los términos de San Pedro de Montes y Peñalba de Santiago) nada tiene de parecido con la original Tebaida, aquella región del Antiguo Egipto, situada al sur del Alto Egipto (y que recibió este nombre por su proximidad a la capital de Tebas), donde  Pablo de Tebas, también llamado Pablo el ermitaño o Pablo el egipcio, se instaló, dejaría atrás cómoda en sus ciudad, para buscar en el desierto un lugar solitario que le permitiese meditar. 

Distintas tierras y distintos paisajes, pero en ambas el mismo aislamiento y soledad. 

En la Tebaida Berciana los inmensos valles a la sombra de estos viejos montes, atrajo a gran número de ermitaños a asentarse en pequeñas cuevas y en rincones insospechados en búsqueda de esa deseada soledad y del silencio necesario para disfrutar de una vida recogida y dedicada a la oración.

Con el tiempo a la Tebaida Leonesa (Tebaida Berciana) llegaría grupos de monjes que guiados por Valerio, Fructuoso o Genadio fundarían monasterios como el de San Pedro de Montes, o el de Santiago de Peñalba.

Mas de mil años!!!!!

Al poco de salir de Ponferrada la carretera que va a Santiago de Peñalba comienza a estrecharse. Una angosta cinta de asfalto se retuerce continuamente buscando paso entre el encajonado valle por donde desciende el río Oza y hacia los Montes Aquilanos.

Las poblaciones que nos encontramos necesitan cualquier espacio para colocar sus casas, para tener sus prados e impiden que esta sea más ancha. 

Una subida difícil pero hermosa. Más en estos días de incipiente primavera.

Peñalba de Santiago es puerta de acceso al Valle del Silencio. Su difícil acceso, al fondo de la Valdueza, le ha conferido un aislamiento (tanto en el pasado como en la actualidad) conformando su personalidad como un pueblo detenido en la época medieval y rodeado de una naturaleza exultante. 

Las cimas que rodean a Peñalba a pesar de su gran altura (Cabeza la Yegua 2.142 mts) no son montañas espectaculares. Más bien son montes viejos y redondeados fruto de la erosión de miles de años.

Mucho ha cambiado la fisonomía de Peñalba desde que lo conocimos por primera vez con sus calles empedrar o la mayoría de casas sin arreglar. 

Desaparecido el monasterio de Santiago, edificado por el propio San Genadio  (cuyas piedras formarán parte de muchas de las casas del pueblo), la iglesia aparece intacta al paso de los años.

Estilo mozárave o ahora llamado de repoblación, la iglesia de Santiago se asienta en medio del pueblo sin apenas sobresalir de las casas que la rodean.

Nos sorprende el juego de volúmenes de este edificio, de gruesos muros de mampostería y lajas de pizarra (material que también utiliza en su cubierta).

Los arcos de herradura, los modillones de los aleros, su altiva espadaña llama nuestra atención, pero lo mejor: la portada principal. 

Situada en la fachada sur luce un doble arco de herradura, sobre columnas de mármol, con capiteles exquisitamente esculpidos y recogido por un alfiz al puro estilo islámico.

Valle del Silencio

Tierra de ermitaños que nos invita a caminar por uno de sus senderos que bordea el mítico Valle del Silencio, en busca de la cueva que sirvió de refugio a San Genadio.

Un sendero circular, adaptado a las necesidades actuales, con sus marcas, señales y puentes que hacen sencillo el vadeo de varios arroyos.

Una pequeña caminata que nos introduce en por estas viejas montañas entre arboledas y barrancos.

Final de camino en la cueva del santo, donde reza la leyenda que Genadio rogó al Señor para que cesara el ruido de las aguas que tanto le molestaban en su meditación. Y así cuentan que se produjo el milagro y el ruido desapareció a la altura de la cueva.

Leyenda urbana. Tal vez en agosto, o en los momentos de estiaje del arroyo. Que hoy bien que se escuchaba el rugir del arroyo en todo el valle.

(* Al parecer los castaños no son autóctonos de la zona. Fueron traídos y plantados por los romanos para alimentar con su fruto a los esclavos (en su mente estaría la idea que iban a estar mucho tiempo por la zona)).

 Aparcamiento a las afueras del pueblo. Un balcón con vistas.
 Peñalba de Santiago

 Valle del arroyo del Aro, en las estribaciones de Cabeza de la Yegua.

 Iglesia de Santiago, sin apenas sobresalir de las construcciones que la rodean.

 Iglesia de Santiago



  Un muro rodea la iglesia.


 Portada principal.

 Desde el interior
 Capiteles de la entrada.










Interior


 Ofreciendo mayor elevación, a modo de cimborrio, donde se pasa del cuadrado al octógono en un alarde del dominio de las estructuras.





 Según se cree, en su origen el edificio estuvo totalmente decorado con pinturas.
Capilla lateral norte.

 Al muro norte se adosa un sepulcro románico, donde según la tradición se encontraban los restos de San Fortis, discípulo y sucesor de San Genadio.

 Puerta de la fachada norte

  

 Valle del Silencio

Recorrido circular de unos cinco kilómetros y con alguna cuesta. Perfectamente señalizado.
 Incipiente primavera en el valle del Oza.


  
 Con buenos ejemplares de castaños.








 Corren rápidas las aguas del arroyo del Silencio.



 Cueva de San Genadio

  La plataforma de la cueva da vistas a Peñalba de Santiago. 
 Sobre el altar un cartel donde se ruega no escribir sobre el mantel.
 La vuelta. Tan espectacular como la ida.


 La peña donde se encuentra la cueva.
  







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Otra joya mozárave

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