Iglesia de San Juan Bautista de Moarves de Ojeda



2/04/2017
La montaña Palentina aún aparece lejana mientras avanzamos por la comarca de Ojeda. Las ondulaciones del terreno, los verdes más intensos de las praderías, nos adelantan que vamos a su encuentro.

Es pronto aún, las sombras se alargan por los valles. Sabemos que según avance la mañana cubrirán la parte superior de la magnifica portada de la iglesia de San Juan de Moarves de Ojeda, y por esta razón hemos madrugado para estar con las primeras luces ante su portada sur.

En el centro de Moarves de Ojeda, es preciso pegar un fuerte volantazo para no empotrar el coche contra los muros de la iglesia de San Juan Bautista.

Iglesia románica de finales del siglo XII, que fue reemplazada por otra obra gótica. Afortunadamente para nosotros, la fachada meridional permaneció inalterada.

Lo primero que llama nuestra atención, es la tonalidad rojizo-amarillento de la piedra, fruto del tratamiento que se le realizaba para conferir una mayor dureza. La combinación de agua de cal con pigmentos, generalmente terrosos, que penetraban por los poros de la piedra, ayudaban a la conservación de la piedra. Moarves es un claro ejemplo de ello: en los lugares donde los elementos han conseguido disolver parte del tinte rojizo, la piedra se muestra claramente deteriorada.

Sobre la puerta, un friso de grandes dimensiones, con un Pantocrator enmarcado por la almendra y rodeado del Tetramorfos. A cada lado seis Apóstoles separados por columnas.

Irremediablemente al ver dicho friso no podemos evitar recordar el de Carrión de los Condes.

El maestro de Moarves ha esculpido con gran maestría una replica de la "Gran Obra" escultórica de Carrión. El casi perfecto estado junto a la coloración, que refulge con los rayos de sol, hace que la balanza quiera inclinarse ante la obra de Moarves. Pero cuando miro con detenimiento (y comparo con la de Carrión) la imagen de Cristo, su rostro, su barba o los pliegues de su túnica, me decanto por la de Carrión.

Pero es una maravilla poder disfrutar de esta obra de arte en este ambiente de tranquilidad y naturaleza. A las afueras del pueblo, al lado de la iglesia, las eras se enmarcan con montañas blancas, no por la nieve, sino por la pureza de la caliza.

Es necesario pasar al interior. Dentro otra joya nos espera: una bella pila bautismal.

Una pila bautismal que por motivos de conservación fue preciso mover del lugar de origen y por su estado tan deteriorado ha sido preciso restaurar las cabezas de Cristo y sus Apóstoles con unas formas que más parecen alienígenas.

Ahora si partimos de Moarves. Con satisfacción y gusto por haber contemplado esta maravilla, y con ganas de tomarnos un café. Que en Moarves hay iglesia románica pero no bar.


Es imposible no fijarnos en la iglesia de San Juan Bautista cuando pasamos por Moarves.
El impresionante friso. Maiestas Domini y un apostolado completo.
La puerta se encuentra bajo seis arquivoltas que descansan sobre impostas que a su vez lo hacen sobre seis pares de columnas. Sobre este conjunto el friso de mayor tamaño se apoya en los extremos sobre ménsulas.
Un gran Pantocrator sostiene en una mano el libro y bendice con la otra.


Los Apóstoles rodean la imagen de Cristo. Separados por columnas, sobre los que reposan torres.
Su autor ha querido trasmitirnos un mensaje: los doce Apóstoles se les identifica con las doce puertas que dan acceso a la Jerusalén celestial, al cielo, las doce construcciones sobre sus cabezas.







Ménsulas sobre las que reposa los extremos salientes del friso.




Los capiteles muestran espectaculares tallas (Sansón desquijarando al león, bailarinas danzando, guerreros armados,...) pero su conservación no es muy buena.












Detalle de cabeza, túnica y pies que nos permite comparar con la escultura de Carrión.



Interior.




La pila bautismal. Cristo y los 13 Apóstoles en plan alienígenas. (13?....si trece)







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