16/11/2021
El sol quedó atrás, por Vegacervera, mientras avanzábamos hacia Piedrafita la Mediana.
El paisaje se fue cubriendo con esas nubes negras que se ciernen eternamente sobre los castillos de Transilvania en las películas de vampiros y mejor hubiera sido desviarnos hacia Rodillazo y hacer una incursión hacia el Correcillas o el Cueto Calvo. Pero la cerrazón nos nubló la cabeza, haciéndonos creer que esas nubes podrían desaparecer en el trascurso de la mañana.
No llegamos a entrar en Piedrafita. Aparcamos donde finaliza el asfalto y empezamos a ascender hacia el puerto.
Recorremos con rapidez un tramo de pista hasta una gran curva, donde la abandonamos para seguir por un estrecho sendero que remonta el valle hacia la cabecera del río Torío. Pero la nieve y la niebla, cada vez más espesa, nos impedirá ver donde esta el naciente, por lo que solo nos restaba buscar el camino menos incómodo para ganar la arista.
Una arista que nos recibe con una bofetada de viento y una cencellada que deja un paisaje estupendo para un anuncio de navidad.
Poco resta para la cima del Aguazanes, que señaliza su punto más alto con un hito de piedras y que gracias a la niebla, no vamos a poder ver más allá de nuestras narices.
Aún así, continuamos hasta la cercana cima del Bolero que no aparta nada más que frío y desolación.
Viento, frío y niebla, que más se puede pedir para una estupenda mañana de monte?
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