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| La abrumadora arista de la Sierra del Mongayo |
19/10/2021
-En la arista hará viento
-Mucho?
-Bastante
Ráfagas de 60/70 kilómetros por hora durante los casi diez kilómetros que cabalgaremos por la arista de la Sierra del Mongayo, hará que entendamos el carácter de los vecinos de Estaca de Bares.
Un recorrido largo y con mucho desnivel que comenzamos en un desvío a la izquierda, una vez sobrepasado Tarna, para descender hasta el cauce de un joven y alocado Nalón, para desde allí comenzar la continua subida -que por un espléndido hayedo- nos lleva hasta la majada de la Ablanosa, donde sus cabañas (ya cerradas) se preparan para la venida del invierno.
El camino continua por hayedo, ahora por un estrecho sendero que deja a la izquierda la pendiente que cae precipitadamente hacia el Arroyo de la Vega Pociellu de donde asciende el rumor de sus aguas.
Fabucado requiere un tiempo (que hoy no tenemos) para pasearlo, disfrutarlo y poder entender el por qué es la estrella del Parque Natural de Redes.
No llegamos al final de la Vega Pociellu (donde están las cabañas), nuestro camino remonta a la derecha para buscar un apenas perceptible sendero que zigzaguea entre el bosque camino del collado de las Arenas.
Ahora nuestras miradas se posan en otra collada (la Muesga de Braga) y en la arista de la Sierra del Mongayo, esperando que la niebla se disperse.
La Muesga de Braga nos recibe con un bofetón de viento que no cesará hasta el puerto de Tarna.
Sin niebla, desde la arista, vemos el largo (y monótono) camino que debemos recorrer hasta la cumbre el Remelende. Un impertinente viento del sur intenta por momentos arrancarnos de la arista, sin encontrar un rincón donde refugiarnos de su furia.
La cima del Remelende resulta un increíble balcón hacia el Valle de Valdeburón, hacia las vecinas cimas del Tiatordos y Maciédome o a las más cercanas Ten y Pileñes.
Descenso rápido hacia el puerto de Tarna, con el gusanillo en el cuerpo del final de etapa; el descenso con la bici desde el puerto hasta el punto donde hemos dejado el coche. Un trayecto veloz, largo, sin apenas pedaleo y nuevamente entre hayas que van soltando perezosamente sus hojas a nuestros paso.
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