Castillo de Cea28/08/2020
Cuando eres niño sueñas con ser futbolista, astronauta o bombero, para según avanzan los años ir cambiando las quimeras infantiles por algo más prosaico como funcionario, contertulio de TV o político, que aunque no te reporte la misma fama, si te aporte los recursos necesarios para poder vivir.
Pasadas esas edades juveniles y adolescentes, encarando la tercera edad, me he preguntado que me apetecería ser. Y no lo he dudado: Me gustaría ser una gota de agua.
Una gota de agua que cayera en forma de nieve en la ladera oeste del Mojón de las Tres Provincias (Macizo del Peña Prieta), para al llegar la primavera fundirme y deslizarme ladera abajo hasta la laguna del Hoyo Empedrado y reposar el tiempo necesario para que nuevas gotas hagan lo mismo y conseguir rebosar sus aguas, obligándome a un descenso alocado por el arroyo Empedrado hasta alcanzar el valle de Lechada y juntarme con las aguas del río Bobias y el río Lechada.
A partir de ese momento no vería un descanso, mientras el Lechada se trasformaba en Yuso y más tarde Esla, mientras recorriera las estrecheces de las montañas que albergan los pueblos de la Reina (Llánaves, Portilla, Barniedo y los Espejos) hasta que frenado de golpe en Boca de Huérgano por las aguas tranquilas del embalse de Riaño, donde un conglomerado de aguas de diversos ríos se han dado cita, para reposar y esperar su turno de meses o años hasta que sean escupidas por el aliviadero de su compuerta.
Reposo y tranquilidad, acariciando los perdidos valles de Riaño y visitando sus olvidados pueblos que yacen en las profundidades, hasta el día que un impulso me hiciera salir de la reclusión y partir por el valle del Esla bañando las tierras de Las Salas, Crémenes, Valdoré, Verdiago y un extremo de Cistierna.
Si fuera de las elegidas para la gloria, ante de llegar a Vidanes mi rumbo se separaría de las aguas del Esla para entrar en un naciente canal de los Payuelos y comenzar un largo y rápido viaje a media ladera por las tierras de Rueda (Palacios, Quintana, Cubillas, Sahechores) y con el impulso de muchos kilómetros de canal, navegar en las llanuras de las Tierras de Sahagún, buscado el norte por Banecidas, Villacalabuey y Castroañe donde el canal termina depositando los restos de su caudal en un nuevo río, en una nueva cuenca para dar vida a otras tierras: las del Cea.
Un nuevo rumbo, al sur, por tierras nobles que vieron levantar el castillo de los señores de Cea o las peculiares iglesias del románico de ladrillo de Sahagún y hasta la población de Galleguillos de Campos, donde la mano del hombre ha vuelto a levantar un dique para que las aguas reposen y puedan ser redirigidas por el canal Cea-Carrión, una obra de ingeniería para separar las aguas del Cea y trasportarlas por nuevas mesetas y regar los páramos del Carrión y el sobrante (si algún día lo hay) llenar la balsa de riego de Herrín de Campos, una locura del tamaño de 117 campos de futbol y un total de 10 hectómetros cúbicos de agua que al día de hoy no se encuentra operativo.
Balsa de riego de Herrín de Campos (Valladolid)
Bonito viaje para una gota de agua. No tanto para los perdedores de Riaño que pueden ver como el perjuicio de algunos para el bienestar de una mayoría, se trasforma en ceder el agua de Riaño a algunos vecinos de Valladolid.
Hoy hemos querido acercarnos hasta Cea para visitar las ruinas de su espléndido castillo
y desde esa población comenzar una ruta que nos lleve hasta la vía de servicio del canal de los Payuelos, por donde avanzaremos hasta llegar hasta su final y poder ver donde las aguas sobrantes pasan a la cuenca del Cea.
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