Roblón de Estalaya


23/11/2018
Entramos en Cervera de Pisuerga huyendo de la lluvia. El recorrido por la tejera de Tosande quedará para otra ocasión. Mientras tomamos café, oteamos una serie de claros que se van abriendo hacia el norte y decidimos adentrarnos en la cabecera del río para aprovechar el día con la visita a alguna iglesia y una pequeña caminata hasta el Roblón de Estalaya.

El Pisuerga aparece remansado en el embalse de la Requejada cuando nos acercamos a Vañes. Superamos esta poblacion y nada más cruzar el puente que hay a la salida, tomamos el desvío a la derecha para dirigirnos a la zona de aparcamiento donde arranca la caminata hacia el roblón.

Con los robles otoñados y un cielo lechoso, el valle rezuma tristeza. El camino asciende por el valle en busca del bosque. Un colchón de hojas ocres tapiza el suelo de esta pista que sube con decisión hacia el roblón.

17 metros de altura y 10 metros de perímetros meten a este ejemplar dentro de la categoría de árboles notables.

Más de 500 años asentado en el mismo lugar, sorteando incendios y el hacha de leñadores, qué no habrá visto este árbol.

Hoy sin hojas, su tronco y ramas bien podrían servir como escenario para cualquier película de terror.

 El roblón de Estalaya es inmenso. El ejemplar que destaca en el robledal. Pero sabemos que el mar es inmenso, y que no sería lo mismo sin cada ola que hiciese su trabajo. Por eso volvemos admirando la grandeza de este bosque que tiene en entre sus muchos ejemplares al roblón.


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El día que conocimos el roblón de Estalaya
















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