13/03/2018
El tiempo no ha jugado en su favor y ninguna actuación conservadora ha evitado que el castillo de Villapadierna se encuentre en estado de ruina inminente, lo que ha provocado que en el 2017 entrara a engrosar la larga Lista de Roja de Patrimonio (aquellos elementos del Patrimonio Cultural Español que se encuentren sometidos a riesgo de desaparición).
Voy remontando el valle del Esla y dejando atrás los pueblos con apellido de Rueda; Quintana, Sahechores, San Cipriano, Cubillas, Quintana y Pacios, hasta que alcanzo Villapadierna.
Situado a las afueras del pueblo y muy cerca de la iglesia, el castillo de Villapadierna es un castillo gótico, construido en el siglo XV, formado por una torre cuadrada rodeada rodeada por un recinto amurallado.
En su tiempo, cuando gozó del esplendor las cosas nuevas, estaba rodeado de un perímetro de agua, para su mejor defensa. Agua que se captaba del río Esla mediante un túnel de unos dos kilómetros de longitud.
Salvo las esquinas de la torre que se levantan con piedra escuadrada, la totalidad del castillo se ejecutó con cantos rodados y argamasa, y resulta llamativo que ni en los muros de la torre, ni en los paños de la muralla se vean grietas. Lo que podemos ver son grandes agujeros en medio de los paños, como si se hubiera accedido al recinto mediante ellos.
Declarado Bien de Interés Cultural en 1949, no ha gozado de ninguna medida de conservación, salvo alguna actuación del grupo ProMonumenta consistente en la limpieza de la vegetación del interior y del entorno, teniendo un aspecto de ruina.
Cualquiera de las cigüeñas que asientan sus nidos en los muros de su torre y en los de las murallas, tendrán esta visión del castillo cuando llegan de los campos adyacentes donde se alimentan.
La colonia
Sorprende la cantidad de cigüeñas que se asientan en los muros del castillo.
Hablo con el pastor, que va en busca de sus ovejas que pacen en los campos cercanos, y me comenta que otra cosa no habrá en Villapadierna, pero de cigüeñas van bien servidos.
En lo alto de la torre, en los ventanales y en la cumbrera de los muros, las cigüeñas se han apoderado del castillo.
Me asiento junto a una casa y espero la llegada de las cigüeñas de los campos cercanos donde se alimentan.
Según van aterrizando en sus nidos, proceden al al típico saludo, los cuellos doblados y la cabeza forzada hacia atrás y el crotoreo, el sonido producido por sus mandíbulas, grandes y huecas, que producen un sonido como de madera, que se desparrama por todo el pueblo.
Es tiempo de primavera y de cópulas. Dentro de unos días comenzaran a empollar sus huevos y no tardando mucho veremos aparecer las cabezas de los pollos.
Los Moros.
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