Pajareando por Robledo de la Guzpeña


11/02/2018
El pequeñolo que se cansaba ascendiendo al Tejedelo, es hoy el adolescente al que tengo que ir repitiendo que afloje el paso, que no puedo seguir su ritmo.

Hemos salido de Robledo de la Guzpeña,  camino de Peñacorada por una pista que la nieve y la lluvia han dejado totalmente embarrada y que abandonaremos al poco, para cruzar el arroyo de Hervencia y acometer la subida por un sendero, que con rapidez busca la frondosidad del encinar.

Los fringílidos (pequeñas aves comedoras de grano) revolotean a nuestro paso. Martín las identifica al paso, con un ligero vistazo. No son nuestro objetivo. Hoy, al igual que el día que caminamos por los puertos de la Fonfría, por el Cueto San Mateo o por el Montihuero, nuestro interés se centra en las alpinas y más en concreto en los acentores alpinos.

El encinar y la niebla hacen una buena combinación. Nuestro pequeño sendero desaparece entre una pequeña capa de nieve y hace que tengamos que tirar del GPS.

Los zorzales reales se mueven entre las praderías donde hay unas arruinadas majadas y donde las encinas se intercalan entre un robledal con ejemplares de buen porte.

Sobre nuestras cabezas comenzamos a ver cielo azul. Salimos de la niebla y accedemos al mundo de la luz, del color, con la cima de Peñacorada reclamando nuestra atención.

No vamos hacia su cima, no es una salida montañera. Cruzamos los últimos árboles y afrontamos la pendiente en busca de la arista, donde el viento nos espera.

Y entre las rocas comenzamos a movernos en busca de los acentores.

Es bueno vivir con pasión. Hacer aquello que te gusta con ganas. Hace viento y mucho frío, pero veo a Martín moviendose, arriba y abajo, parando cada poco y oteando con los prismáticos, hasta que se vuelve y me dice:

-Tengo uno!!!

Un acentor alpino se mueve entre los peñascos. No se parece a los típicos acentores confiados que se dejan acercar. Este nos hace movernos, subir, bajar, hasta que pega un largo vuelo y desaparece por la ladera por donde nosotros hemos ascendido. Y luego.... ni rastro.

-Un nuevo bimbo!!!

Desandamos nuestro camino, hacia el bosque que con el sol luce sus mejores tintes.

-Y ahora?
-Vamos a ver ciervos?
-Vamos!!


Robledo de la Guzpeña. Final de carretera y principio de nuestra ruta pajarera.

Ladera sur de Peñacorada, por un bosque de encinas.

Y algunos robles de buen porte.



Parece vamos a tener suerte y despejará.

Las alturas de Peñacorada.
Nos movemos por la arista en busca de los ansiados---
acentor alpino

De vuelta.
Los robles a mayor altura que las encinas.

Peñacorada.

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