Pico Mocoso

Cima del Mocoso

15/02/2019
La ascensión al Mocoso la tenía pensada para una de esas largas tardes de primavera cuando la luz adquiere tonos cálidos y donde la redondez del Mocoso te permite disfrutar de los valles que rodean la cima, pero no ha sido mala elección haber aprovechado que sus laderas estuvieran cubiertas de nieve y he disfrutado de una buena invernal al Mocoso.

Ha desaparecido una parte considerable de la nieve caída y se aprecia en los valles y en las laderas soleadas, más cuando me aproximo al puerto de Somiedo comienzo a ver en los bordes de la carretera las barreras que deja la quitanieves y mientras desciendo hacia La Peral veo que las laderas del Mocoso se encuentran totalmente tomadas por la nieve.

Llego al aparcamiento de La Peral en el momento que dos montañeros parten hacia el Mocoso. Es pronto, hace unos cuantos grados bajo cero y el viento (que se pronostican fuertes rachas) comienza a hacerse notar y miro con deleite un pequeño cartel que señala un bar en el pueblo, un bar que esta cerrado como la mayoría de las casas y que me dejará con las ganas de un café.

Salgo por el camino que corre paralelo al arroyo del Trabanco con una imagen muy agresiva de La Penouta que nos muestra los desplomes de su Cuchillar. El camino, todo cubierto de nieve, esta plagado de huellas y resulta incómodo por lo que, cuando alcanzo el collado de Las Machadas decido dejarlo, ponerme las raquetas y marcar mi propio camino que con la nieve compactada resulta el mejor.

El viento que resultaba molesto en el valle, se ha vuelto muy desagradable en altura. Gano la arista y tengo la necesidad de ponerme ropa para aguantar el vendaval que tendré que soportar hasta la cima.

Me sorprende la cima con una pequeña explanada, donde el vértice geodésico comparte lugar con un monolito de piedras y una cruz. Doy un par de vueltas y pienso que esta pequeña llanada resulta un lugar muy adecuado para plantar una tienda y hacer una nocturna invernal. Relativamente cercana a la carretera, sin necesidad de salvar mucho desnivel, llana y con un entorno para quitar el hipo en un instante. Cuando atardezca y las luces comiencen a relajarse la vista hacia las Peñas del Nuncio y el Cornón tienen que ser una maravilla, al igual que los valles norteños cuando comiencen prender las luces en sus pueblos tal cual anuncio de Fenosa.

Pero hoy con el viento que corre es un suplicio permanecer en altura, por lo que recorro la arista hasta la zona que da vistas a las lagunas del Páramo y harto de aguantar los embates del viento decido descender hacia Las Machadas y a La Peral.

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La Penouta con su Cuchillar desde las proximidades del Puerto de Santa María.

Muy distinto de como se nos muestra mientras ascendemos por el valle del Trabanco camino del Mocoso.





Otra vista muy distinta de La Penouta desde la cima vecina de Peña Sagada.
 Construcciones típicas en el entorno de La Peral.
 La Peral con la Sierra del Robezo haciendo pantalla para protegerla de los vientos del este.
 Valle del Trabanco.
 La Penouta con su Cuchillar (la arista rocosa que corre a su izquierda).
Desde el paraje de las Machadas la visión de La Penouta ha variado. Su imagen agresiva se ha ido trasformando, convirtiéndose en una montaña piramidal. Las Peñas del Nuncio y el Cornón la acompañan para formar un cuadro magnífico.
Vista atrás.
Peñas del Nuncio y el Cornón. Hace un par de años vine con Xistras a subir a la cima de las Peñas del Nuncio y al ver el Cornón, plagado de nieve, con una arista que ondulaba como la gran ola de un tsunami, no pudimos resistirnos de ir a su encuentro.
La principal prueba de la grandeza del hombre 
está en su capacidad de percibir su propia pequeñez.
(Jean Paul Richter)

Lo que resta hasta la cima. Con mucho viento.


Cima del Pico Mocoso.








La Peral

En primer termino la población de La Peral. A la izquierda la cima del Mocoso
La Peral
Llamardal, cuantas horas esperando a ver el oso.

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