Escribano nival |
6/12/2017
Y ello justifica los 753 kilómetros que nos hemos metido ese día.
Un recorrido por tierras gallegas y asturianas haciendo de las cosas que más nos gusta: VER AVES.
El mundo del pajareo da nombre a todas las modalidades relacionadas con las aves. Eso si!!! en ingles.
El birding (pajareo, pa que nos entendamos), la actividad de ver y conocer aves dentro de sus espacios naturales, tiene entre sus adeptos diferentes denominaciones según objetivos. Podemos diferenciar entre, ticker, twitcher y lister.
El primero es la persona que al observar un ave anota su identificación, pero sigue interesado y aprecia lo que está viendo (es decir: no sale corriendo a ver otro pájaro, disfruta la observación y continua viendo aquellas aves que pueda haber por los alrededores), mientras que el segundo tacha el nombre en la lista y busca otro twitch de inmediato. Los listers son los más obsesos, están poseídos por el afán de marcar el mayor número de aves vistas en la lista completa de aves.
Gran madrugada y tramo largo de carretera hasta llegar a Cariño. La mañana en la praia de la Concha es fría. Allí nos esperan nuestros amigos José Alberto e Iker que han llegado el día anterior y ya tienen localizado el ejemplar de eider común (Somateria mollissima) que ha arribado a esta playa.
Un ejemplar solitario que luce su plumaje nupcial y que cuando lo observamos, coincidamos en afirmar que es un pato precioso.
Bastante más alejado de lo que nosotros deseamos, apenas se despega que la boyas donde se anclan los barcos.
Tenemos que movernos si queremos cumplir con nuestro programa. Aprovechamos la cercanía de la Sierra de Capelada y subimos a sus altos en busca de otra rareza que se suele ver por la zona; los escribanos nivales (Plectrophenax nivalis), que si bien de momento no se ha citado ninguno por la zona, es posible que encontremos alguno.
Después de un amplio recorrido por la zona a pie, encontramos un ejemplar cuando ya estamos montados en el coche y a punto de partir.
Volvemos a Cariño, a la playa, a ver si el eider esta más próximo. Algo, pero no lo deseado.
Los birder más relajados piensan que la hora del café está próxima, mientras que los más extremistas ya marcan las coordenadas de la siguiente observación: los piquicortos de Ortigüeira.
Un grupo de ocho ansares piquicortos (Anser brachyrhynchus) que ha encontrado refugio en las praderas de Ortigüeira para pasar el invierno.
Relajados y relativamente cercanos a la carretera, los piquicortos hacen su invernada en tierras gallegas, y se dejan fotografiar como grandes celebridades.
Tic-tac-tic-tac, el reloj avanza inexorablemente. Tenemos que seguir. La relativa cercanía de la Punta de Estaca de Bares hace que los entusiastas del Seawatching (otro termino pajarero que ya explicamos en su día) hagan una parada en el cabo, mientras que los menos fervientes nos acerquemos a un café en Oporto do Barqueiro.
Reagrupamiento para afrontar la última apuesta del día: silbones americanos (Anas americana) en las aguas de la ría de Castropol.
Aparecieron en la lejanía y en un número de dos machos y dos hembras, en un rincón con una belleza inigualable.
Fin de la jornada pajarera e inicio del tercer tiempo, ante una bebida caliente donde comentar las observaciones y planear futuras salidas.
Praia de la Concha. Cariño.
Marea baja y tranquilidad, donde los ostreros buscan alimento.
En esta misma playa hace unos años disfrutamos de la observación de una gaviota de bonaparte.
Amanece con frío.
El eider común de Cariño.
Luciendo su plumaje nupcial.
Bastante más alejado de lo deseado.
Sierra de Capelada. Un promontorio que se ofrece como escudo ante los envites del Atlántico y ofrece los mayores acantilados en desnivel de Europa.
En esta sierra encuentran resguardo y lugar apropiados algunas especies como los escribanos nivales.
Cambio de escenario.
Los piquicortos descansan en las praderas de Ortigüeira y comparten pastos con las vacas.
Un grupo de ocho ejemplares.
Siempre hay uno como mínimo alerta.
Levitando.
Final de la tarde.
Los cielos han ido cubriéndose con nubes plomizas que anticipan el temporal que esta a punto de entrar. La ría de Castropol ofrece cobijo a multitud de reales y silbones europeos. Entre ellos dos machos y dos hembras de silbón americano, que nuestros ultrabirder localizan de inmediato.
La gran distancia entre los silbones y nosotros no permite más que una foto testimonial.
Un barquero se aproxima a las aves y las pone en vuelo.
Yo soy ticker, de eso no tengo ninguna duda...vaya paliza os distéis. Los piquicortos preciosos, una de mis debilidades, como todos los gansos y el eider, un lujo. He estado en Santoña y también está precioso. Un saludo.
ResponderEliminarHola José.
EliminarHabía visto tu report sobre Santoña. Los que somos pajareros y de interior lo tenemos peor que los costeros. A ver si con las lluvias de los últimos días se pone mejor la cosa en Villafáfila.
Si he de elegir.... el eider.
Saludos José.