Ascensión al Yordas

En la cima del Yordas


12 y 13/ 08/2021

                                                                                                                                                El calor sofocante de los últimos días nos lleva a buscar el agua.                                                                                                                                          
Salimos después de comer, con intención de gastar la tarde paleando y bañándonos en las aguas del embalse del Porma, para con las últimas luces, adentrarnos por la pista que une Liegos con Lois, en buscar un rincón donde pasar la noche mientras intentamos descubrir alguna perseida.



Perseidas y algún cárabo que se ha pasado media noche reclamando, lo que unido a lo poco habituados a pasar noche en el monte, hace que nos levantemos como recién salidos de la lavadora.

Desayuno frugal e inmersión total en el bosque de Tendeña, que pugna por despertarse, aunque sus hayas aún se encuentren en la sombra.

Un paseo que se nos antoja como lo mejor de la ascensión a este coloso de la Montaña de Riaño.

Un Yordas que por lo que se aprecia (por la cantidad de gente con la que nos encontramos subiendo y bajando -cerca de 40 personas- y por la gran huella que da forma al camino de subida) ha entrado en la lista de los grandes y más visitados en las redes sociales.

La salida del bosque nos brinda buenas vistas hacia las montañas vecinas, a pesar de una cierta calima debido al bochorno de los últimos días.

Sabemos que el tiempo presente dura poco y se recuerda aún menos, por lo que aprovecho para fijar esos recuerdos disparando muchas y alocadas fotos que una vez en casa, sobre el ordenador, irán directas a la papelera al igual que muchos los recuerdos de esas jornadas de monte.

Pero hoy, con la remembranza aún presente de ese amanecer con las montañas recién incendiadas, con ese bosque que rezuma vida al inicio de la mañana y con una cima, que a pesar de estar plagada de unos mosquitos impertinentes que nos obligaban a bracear como helicópteros, nos brindó unas vistas espectaculares del embalse, sus cimas y valles y al regresar a nuestra casa, satisfechos, alegres y con la capacidad de seguir apreciando nuestra propia pequeñez.


Praderías a la entrada del bosque de Tendeña.
Las calizas de la vecina sierra que hace cumbre en el Recabiello.
Por el bosque de Tendeña.

Tejo.

Una primera vista del Yordas.

La fuente en el bosque.
Hemos dejado la pista que asciende al collado de Tendeña para seguir por el sendero. 
Un bosque expléndido.
Un buen grupo de tejos.
El sendero abandona por momento el bosque para pasar junto al roquedo.
Lo que nos brinda buenas vistas.
Próximos al collado Baguyoso y al la pirámide del Yordas.
El valle de Valdeburón.
Una superpanorámica.
Con algo de zoom las cimas del Macizo occidental de Picos.
Recabiello y Peña de la Cruz.
Peña de la Cruz.
El collado Baguyoso.
La línea de cumbres Peña Collada y Peña Cabeza.
Peña Cabeza.
Los vecinos Mampodres: Peña Brava, Pico Mediodía y las cimas de La Cruz y La Uve.
Ya vemos las aguas del embalse.


Otra panorámica.


Detrás de Peña Cabeza el muro de Las Pintas.

Ya en la cima, mirando hacia las Palentinas
El Gilbo, de lo más visitado por la zona.
Valle de Valdeburón.
En la cima.
El Espigüete.

Buzón de cima
Descendiendo.
El Cueto Nebloso (por más que pregunto, nadie me habla de esta cima).


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