Mareando la perdiz: Ascensión al Pico Felispardi (la Abedular) desde Ventaniella por el hayedo de la Salguerosa

Por el valle de Valdosín

Ventaniella

Puertos de la Salguerosa

Vistas desde la cima del Pico Felispardi

1/07/2020
Hace un par de años, en una primavera espectacular, entramos en Valdosín con intención de remontar el valle hasta sus fuentes y por proximidad alcanzar la cima del Pico Cotalbo, un estupendo mirador de la zona donde nuestras miradas se clavaron en el valle continuo por donde descienden las aguas de otro gran río que también da nombre a un ayuntamiento: el Ponga.

Siguiendo la estela de nuestros recuerdos, nos hemos acercado Cruz y yo hasta las tierras de Valdeburón para aparcar en el ensanchamiento que hay al poco de pasar la Uña y meternos por el Camino de Ventaniella. Entre prados de siega y con la poderosa estampa de Peña del Castiello, la guardiana, accedemos a el valle de Valdosín por donde corren las rápidas aguas de un joven río Esla.

Praderías de montaña, donde el ganado pace a discreción bajo la atenta mirada de la Peña Ten y de su pareja la Pileñes (ese par de peñes) y donde las hayas se aprietan en las laderas de la sierra de los Llobiles.

El camino-pista pierde fuerza y se trasforma en sendero cuando transitamos por la parte trasera del corral situado en medio del valle. Y comienza un ascenso con fuerza, hacia Ventaniella el puerto que une o separa los valles de Valdeburón de los de Ponga y donde años atrás el ganado subía para aprovechar los frescos pastos.

Descenso, ya en tierras asturianas y por un hayedo hacia las praderías de Ventaniella, donde hoy no es posible venta, ni quedarse con la tendera y donde su ermita, próxima a la venta, que también aparece cerrada, permite ver su interior gracias a una puerta metálica.

Nuestros pasos giran al suroeste, para atravesar la espesura del hayedo de la Salguerosa, donde las aguas del río Ponga corren entre las hayas y van cogiendo fuerza para forjar el gran río que más tarde será. Superado el bosque salimos a la luz y encontramos los restos de antiguas brañas que por su estado de ruina no parecen en estos tiempos muy necesarias.

Puertos de altura rodeados por un circo, donde la sierra de los Llobiles, que esta mañana vimos tapizada de hayas desde el valle de Valdosín y ofreciendo un aspecto bucólico, se nos presenta ahora inaccesible, teniendo como única salida, por el centro del valle, la pirámide perfecta del Pico Felispardi.

Por camino desbrozado recientemente, ganamos altura con rapidez por nuevos puertos y volviendo nuestras cabezas cada poco para contemplar como otros gigantes de la zona van mostrando sus cimas: Ten, Pileñes, Pico Zorru, Maciédome y Tiatordos.

Alcanzamos el collado Llagu esperando que nos ofrezca nuevas vistas, pero tendremos que esperar a la cima del Felispardi o Abedular.

Un balcón hacia los valles de Valdeburón, al valle de Valdosín y al valle de la Salguerosa por el que acabamos de pasar. Y como propina por el esfuerzo realizado parte del macizo del Cornión como telón de fondo.

Solo resta descender. Hasta el puerto de Tarna siguiendo las evoluciones de un viejo y casi perdido sendero, para dar con nuestra plegabike que hemos tenido la precaución de dejar candada esta mañana a un cartel informativo y que nos ayudará a cubrir con velocidad los ocho kilómetros de carretera que nos separan de nuestro coche.