20/10/2018
Seguimos recorriendo bosques, pero en esta ocasión nos aventuramos por una caminata entre brañas de las montañas del Alto Sil, con la esperanza de un encuentro casual con baldomero (el oso).
Me resultaba difícil encontrar un recorrido a través de un abedular. Si daba con ello, estaba seguro que tendría que ser por Omaña, donde en anteriores correrías hemos encontrado las mayores extensiones de abedules en León, o por el Alto Sil, que si bien no tienen tanta extensión, sabemos que podríamos acceder a ellos mediante pequeños senderos que han resistido al paso del tiempo y al olvido.
El año anterior bajé del Miro Rabón a Rabanal de Arriba por las praderías donde se localiza la abandonada braña de La Brañina. Desde esta, hasta las inmediaciones de Rabanal un pequeño sendero desciende con fuerza y rapidez, por un cerrado y espeso bosque de abedules que corre en busca de las aguas del arroyo de La Brallina. Si queríamos caminar entre abedules este era nuestro destino, pero decidimos apostar fuerte y ampliar el recorrido haciendo una circular saliendo de Rabanal de Arriba hasta las brañas de Cubacho para luego enlazar con la Brañina mediante un trazado por las laderas norteñas del Salgueiral, el monte que separa las brañas de Cubacho de las de La Bañina.
No nos atreveríamos a enfrascarnos en semejante cotolengo, sin no hubiéramos encontrado un track que nos marque el sendero que cruce el Salgueiral.
Con esas guisas partimos de Rabanal de Arriba por la pista que deja a su derecha la ermita de Las Candelas camino de las brañas de Cubacho. La pista ancha es perdonada de inmediato por la frondosidad del bosque que la envuelve y por las vistas hacia el valle de Villablino, hacia el embalse de las Rozas y el Miro de Tejedo, o hacia las barranqueras donde se encuentran inmersas las brañas de Cubacho y La Brañina.
En Cubacho las praderas continúan alimentando al ganado como años atrás, no así las construcciones que han perdido su función de refugio de los pastores que permanecían en las brañas guardando el ganado, y han sido arregladas y acondicionadas para una función más prosaica como es la de servir de casitas de fin de semana.
Abandonamos Cubacho en dirección sur, hacia las laderas del Miro Rabón, donde el camino desaparece junto a una última braña inmersa en un bosque de película. Con ayuda del GPS localizamos el sendero que nos llevará hasta La Brañina. Una traza apenas perceptible entre un bosque de abedules con marcada pendiente. Un recorrido que sacará cada poco exclamaciones de nuestras bocas por su espectacularidad. Pero a la vez un sendero que requerirá concentración para no ser perdido y para no resbalar en los tramos de mayor pendiente.
Entrar en La Brañina es volver a la luz. Bajo la ladera norte del Miro Rabón y en las praderías donde nace el arroyo de la Brañina encontramos los restos de las construcciones que dieron vida y descanso a las brañas de la Brañina. La no existencia de un camino practicable por automóviles, ha dado lugar al abandono de las edificaciones de estas brañas.
Hoy es un lugar apropiado para los urogallos y para aquellos senderistas que afronten con decisión el camino que por medio de un espléndido abedular asciende desde Rabanal de Arriba. El camino que nosotros seguiremos para cerrar el círculo de este buen día que se veré oscurecido cuando ya en casa, duchados comencemos a ver la colección de garrapatas que nos trajimos (ocho Cruz y tres yo).
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En Rabanal de Arriba hay que esperar unas cuantas horas a que el sol inunde con su resplandor sus calles. El Miro de Tejedo ya disfruta de sus rayos.
Ermita de las Candelas. Pasamos junto a ella para tomar la pista que nos llevará hasta las brañas de Cubacho.
Los primeros metros, el camino se encuentra enmarcado por un muro de piedra que separa este de las fincas de los alrededores.
El otoño lo intenta, nos ha disminuido la luz pero con estas temperaturas las hojas se vuelven reacias al cambio de color.
Sobre la ladera del Salgueiral (que aparece iluminado en su parte superior), intentamos vislumbrar el sendero que utilizaremos para unir las brañas de Cubacho y La Brañina, pero ni rastro de él.
Rabanal de Abajo y las aguas del embalse de las Rozas.
El Miro de Tejedo, embalse de las Rozas y el valle de Villablino.
Las praderías de la braña de Cubacho.
Recorremos las construcciones inferiores de la braña. Perfectamente arregladas para un uso vacacional, más se asemejan a cualquiera urbanización costera en periodo invernal.
El camino continua hasta una última y solitaria braña incrustada en el monte.
Un pequeño salto que aún conserva agua en estas fechas.
Hemos abandonado la pista y caminamos ayudados por el GPS en busca del sendero que nos lleve hasta La Brañina. Una providencial marca amarilla sobre un abedul nos da confianza.
Por el abedular.
Con algunos ejemplares de tejos.
El bosque se abre y nos permite ver el camino por el que subimos sobre la ladera de Cueto Nidio, asi como el valle de Villablino.
Hemos ido volteando la ladera, ahora nos encaminamos por la ladera oeste de El Salgueiral hacia las praderías de La Brañina.
En La Brañina.
Construcciones típicas del Alto Sil.
Unos días más tarde pasaré por unas brañas en la Sierra de Sobia (Teverga). Allí hablando con Xistras comentaba la similitud de las cabañas del Alto Sil con las de Teverga y es que en ambas grandes losas conforman los laterales del tejado para protejerlo del viento, ya que desde los extremos del tejado es donde pueden destruirlo.
Cómo serían los veranos en este lugar cuando el ganado subiera a estos pastos y todas las cabañas fueran ocupadas por sus dueños??? Actividad no faltaría, pero buenos momentos habría al final del día para pegarse unas risas.
La vuelta por el estrecho sendero hasta Rabanal de Arriba.
Un abedular espléndido.
Poco antes de llegar a Rabanal encontramos las ruinas de unos antiguos molinos asentados junto a la orilla del arroyo de La Brañina.
Más abajo, nos separamos del camino en busca de la cascada del Pimpanón.
Entrando en Rababal de Arriba.
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