Arribes del Duero: Ruta de la cascada de Abelón

Cascada de Abelón

 


17/03/2021

Conocimos el paraje de la desembocadura del Esla sobre el Duero hace unos años, el día que andábamos de correría tras un busardo moro que se movía por estas tierras zamoranas.

Aquel día lo finalizábamos por una pista que desde Villaseco del Pan nos acercó hasta el lugar donde el Esla pierde su nombre en favor del Duero. Un espacio donde ambos ríos fluyen con la lentitud propia de las aguas embalsadas y entre profundos cañones.

Y desde aquel día, existía un proyecto pendiente por conocer algo más de esas zona que nos enamoró por su vegetación típicamente mediterránea junto a la serenidad y belleza de las aguas de sus ríos.

Hoy era el día, pero en esta ocasión nos acercamos a la comarca de Sayago, en la orilla opuesta, para ver la confluencia desde otro punto de vista y de paso, visitar una cascada; la de Abelón, cuyas aguas se precipitan en un salto vertiginoso de unos 20 metros directamente sobre el Duero.

El largo trayecto en coche hasta Abelón queda en el olvido nada más desembarcar en esta comarca que nos muestra parte de su idiosincrasia cuando atravesamos sus pueblos y los campos que los rodean.

Ruta perfectamente balizada, por camino donde se puede circular con el coche, pero que nosotros dejamos en el pueblo, para poder caminar, en este día tan espectacular, entre las "cortinas", las pequeñas fincas de encinas y pastos rodeadas por muros de piedra que bien merecerían una exposición.

Entre "cortinas" vamos descendiendo en busca del río y de algunas formaciones geológicas peculiares como Peña la Campana, curioso pedrusco de proporciones notables que la erosión del agua y el viento modeló dejando un relieve extraño, de varios miradores, que nos sorprenden con el fluir del Duero por este cañón, hasta alcanzar la cascada de Abelón, un salto de agua procedente del arroyo de la Cunca, que se precipita de forma brusca sobre Duero.

Y todo ello, con la placidez de este entorno donde la cigüeña negra campa a sus anchas, junto a buitres, alimoches, águilas culebreras y si tienes suerte las perdiceras. 

-Qué más puedes pedir?

-Pues un cafelito.

-Eso en Ricobayo.




La báscula de pesaje de Abelón es el punto de inicio de la ruta de la cascada.
Desde el inicio, una inmersión en este paisaje mediterráneo.




Donde las fincas, de pequeño tamaño, de pastos con encinas quedan cerradas por muros de piedra y reciben el nombre de "cortinas" 
Los muros, con formas a cada cual más original.


Primer encuentro con el Duero.
Una imagen con gran magnetismo.

Peña de la Campana. 
En su parte inferior vemos unas curiosas cavidades producto de la erosión del viento y el agua.
La Peña de la Campana.
Entorno donde se sitúa el risco de la Campana.

Cigüeña negra.


No es el risco de la Campana, por supuesto que no me subiría a tan notable piedra.
Taffoni, designa en geomorfología una forma en cavidad o hueco redondeado, de un tamaño desde pocos centímetros a varios metros, tallada por la erosión en rocas cristalinas o arenisca, en climas secos o en algunas costas.


Restos de antiguas construcciones.
Atravesamos las aguas del arroyo de la Cunca y seguimos descendiendo.
Restos de antiguos molinos.
Cascada de Abeón.
A pesar de las nevadas de este invierno y de las lluvias de los últimos días, encontramos la cascada muy deslucida.




Río Duero desde uno de los antiguos molinos.



Desembocadura del río Esla en el Duero.
En la orilla derecha, Peña el Carro donde iremos al final de la jornada.
Mirador de San Vicente.
Ruinas del la ermita de San Vicente.
Después de recorrer 287 kilómetros, desde su nacimiento en Valdosín las aguas del Esla han esperado su turno de salida en la compuerta del embalse de Ricobayo y ahora se pierden su nombre al unirse mansamente al Duero por efecto de un nuevo embalse (el de Villalcampo). 


Última mirada.


Cambio de escenario.
Final de la tarde en los riscos de la Peña del Carro (sobre la desembocadura a la que accedemos desde Villaseco del Pan).