Cabra montés y II (Ancares )




Hace tiempo comentaba en uno de mis repot que la mentalidad de los guardad forestales había cambiado mucho. Hoy tengo que desdecirme.

Caminaba por la arista hacia los Campanarios y veo que viene hacia mi una persona. Como viene sin camiseta no he podido percatarme en un primer momento que era un guarda o mejor dicho un agente medioambiental.

-Qué dando un paseo?
-Si, camino del Cuiña.

Y lo típico; que si hace calor, que no llueve, que hay muchas moscas.....

-Ando mirando a ver si puedo ver las cabras. Las has visto???
-Ufff!!! las cabras ya no las ves. Yo he visto cruzar a tres machos por debajo del Cuiña a primera hora. Pero a estas horas ya no se las ve. Y con el calor que hace, se bajan hasta los robledales a resguardarse. Ya no las ves.
-Hombre no fastidies, si yo las he visto a horas más tarde...
-Que no!!! que ya no las ves!!!! Nosotros las hemos estado censando esta mañana y ya no se ven.
-Entonces eres el guarda?
-Si.

Ya no las ves!!!! El resto de la mañana me he hartado de ver cabras montesas entre los Campanarios y el Cuiña. Hembras con crías, grupos de hembras y jóvenes y grupos de machos.

Estos tíos es que no cambian!!!

Por más que les cambien el nombre, no dejan de ser lacayos de los cazadores. En su retrograda mentalidad el monte sigue siendo, un espacio para la practica de la caza, y todo lo demás sobra. Todos los demás sobramos!!!!!

Que le den!!!! He visto a las cabras!!!! 












Santa Eufemia de Cozuelos



En el fértil valle de Ojeda, a poco más de un kilómetro de Olmos de Ojeda, se levanta la bella iglesia románica de Santa Eufemia de Cozuelos.

Paraje llano, campos de cultivos y al norte elevadas montañas. Santa Eufemia se encuentra englobada en la granja del mismo nombre, cuyos dueños explotan las visitas turísticas, así como un negocio de hospedería.

Dos corrientes arquitectónicas del románico palentino se dan lugar en esta iglesia. Su cabecera, en el puro estilo románico de Frómista, se une con una nave que viste bóvedas de crucería propiamente cistercienses.

Se sabe que en lugar existió un monasterio en el siglo X, del que solo se conserva la iglesia, de la cual se encargan de cuidar sus propietarios.

Amplios muros y líneas rectas que ascienden a los cielos y obras de arte en sus capiteles.

Santa Eufemia se encuentra en el transito de la llanura a la montaña y en el transito del románico al cister.

Situación: En la carretera P-227 que une las poblaciones de Herrera de Pisuerga con Cervera de Pisuerga y a la altura de Olmos de Ojeda.

 Recinto de la Granja de Sta. Eufemia de Cozuelos.
 Fachada sur.
 Cabecera.

 Detalle de una ventana de uno de los ábsides.
 En el muro meridional se encuentra la puerta más decorada de Santa Eufemia, que daba entrada a la iglesia desde el claustro que se adosaba en este lateral.

Un arco apuntado, con cuatro capiteles decorados con follaje en su mayoría y donde destaca uno que contiene un par de arpías encapuchadas. 
El románico utilizó a los animales -tanto reales como imaginarios- como portadores de virtudes o perversiones, con un sentido de enseñanza. 

Arpías; cara de mujer, cuerpo de rapaz y cola de serpiente.

Por lo general representaban poderes malvados.

Excelente talla conservada casi con total integridad.

Interior de la iglesia.
Sobre el crucero una bóveda que pasa del cuadrado al octógono y de este al círculo con gran fluidez.
Leones amontonados que entrelazan las colas con sus patas.

Un personaje (Sansón?) montando y desquijarando a un León.
El mismo personaje lo vemos sobresaliendo de la boca del león. 
Un personaje en el centro portando un cetro (tal vez David), se encuentra acompañado por figuras similares al que se encuentra desquijarando al León.

 Podemos entender la arquitectura románica cuando nos acercamos a la cabecera. El ábside era uno de los principales elementos del templo. El presbiterio es la zona más sagrada, donde la hostia y el vino se convierten en cuerpo y sangre de Cristo. Los ventanales se conformaban para que la entrada de luz se concentran en el presbiterio, llamando la atención de los presentes hacia ese punto (recordemos que que la luz es una de las representaciones simbólicas de Dios y esos rayos son como si el mismo Dios hiciera acto de presencia).

Un lateral de la nave se utiliza como museo y se encuentra un capitel que perteneció al claustro.

Personajes portadores de báculos rodean a dos plañideras ante un muerto, cuya alma es izada por la mano de Dios.
Amplitud y luminosidad.

Caminando por Ancares: Campanario & Cuiña


Montañas de Ancares
Cima del Cuiña

24/05/2017
Las dos horas largas de coche quedan en el olvido cuando entro en el valle del Cuiña.

Atravieso el Pto. de Lumeras y recorro las poblaciones de Candín, Pereda de Ancares y Tejedo de Ancares. La zona recreativa de la ermita de la Magdalena marca el final de la ruta en coche.

La carretera continua hacia el Pto. de Ancares, paralela al arroyo Cuiña, dejando a su izquierda el impresionante circo que forman las cimas de los Campanarios y el Cuiña. Y bajo sus cimas, rodeado de paredes abruptas y sin permitir su visión desde la carretera, se esconde el Pozo Ferreiro, padre del arroyo Cuiña, que los naturales de la zona gustan de exagerar cuando hablan que si algún día se desborda, arrasaría con sus aguas los pueblos del valle.

Voy en busca de las cimas de los Campanarios y el Cuiña. Desde la ermita retrocedo por la carretera buscando el camino que atraviesa los restos de una vieja herrería y cruza el Cuiña por un pequeño puente. Uno de los caminos que suben a la Braña de Pereda, atravesando el Mortal de Gallegos, el extenso robledal que estos días luce hojas nuevas.

La pista sube sin interrupción. Son árboles jóvenes, de pequeño porte que me permiten vislumbrar en tramos el valle y en la lejanía, la cima del Miravalles.

Una hora, más o menos, para llegar ante la cabaña de la Braña de Pereda, construcción al estilo de los refugios de Ancares.

La pista continua hasta el siguiente rodal de robles, donde muere y nace un sendero, que entre el brezal, asciende con bravura de corzo, por la ladera camino de la arista.

La alcanzo y gano la seguridad que no equivocar el camino entre los frondosos bosques ancarenses.

Desde ella, las cimas toman otra perspectiva. Los Campanarios se muestran agresivos con su cuarcita descarnada, el Cuiña sobresale como la cima de mayor altura y el Mostallar, algo más alejado, muestra las verticalidades de su cara noreste, mientras que del otro lado del puerto, un Miravalles lejano apenas llama nuestra atención.

Arista y el viejo juego del subeybaja. Un sendero recorre el alto y me ayuda en los pasos donde la vegetación se apodera de todo. Alcanzo la primera de las dos cimas gemelas del Campanario. Buenas vistas del todo el valle y en especial del Cuiña.

La segunda cima llega rápida y la del Cuiña solo es cuestión de superar un el crestón de este barco pétreo.

El "pescao" esta vendido. El esfuerzo de subida ha terminado (aún queda algún repecho). Valles, bosques y resto de cimas quedan bajo mis pies.

Comparto un buen rato con una pareja de montañeros navarros que pasan unos días por la zona, recorriendo sus alturas. Y ese momento sirve para contar nuestras experiencias y vivencias y hacer unas cuantas risas.

Ellos continúan hacia los Campanarios, yo desciendo hacia el puerto.

En el puerto lamento mucho no haber dejado una bici para recorrer el largo trayecto hasta la ermita de la Magdalena.


Mapa del recorrido



Desde la carretera el Mortal de Gallegos, el bosque que tengo que atravesar para llegar a Braña de Pereda.
Arroyo Cuiña







Dentro del bosque encontramos varios carteles indicadores como el de la foto. Parece que en la carretera, al inicio del camino había uno que indicaba la entrada hacia la braña. Hoy no estaba.












Braña de Pereda






Como todos los refugios que he visitado en Ancares, este se encuentra en perfecto estado para pasar una noche. Con hogar, leña y espacio independiente para dormir.
Bosque de abedules, en las laderas del Lloratín.
Miravalles.


Final de la pista e inicio del sendero.
Las fuertes heladas de hace unas tres o cuatro semanas dejaron maltrechos a muchos árboles. Este rodal de robles es uno de ellos. A diferencia del bosque que acabamos de atravesar, estos robles no han sacado hoja, los brotes de sus ramas están quemados.
Profundos y estrechos valles. Y en este, Tejedo de Ancares.
Cantiles del Escamelao
Próximo a alcanzar la arista, las cimas del Campanario y Cuiña.
Del otro lado del puerto, el Miravalles. 
Y la larga cuerda de asfalto que desciende desde el Pto. de Ancares a Pereda y que más tarde tendré que recorrer.




En la arista. La cuerda de montañas que separa los valles del Cuiña (por el he subido) y el de Burbia que se forma entre las cimas del Mostallar y Cuiña.
En la foto (de derecha a izquierda) Campanario, Cuiña, Penalonga, Mostallar (la pirámide con el corte en medio), Corno Maldito y muy a lo lejos Penarrubia.
A mis espaldas la cuerda continua hasta Piedra de Mirandelo  y Chana Grande donde hay una torreta de observación. En esta ladera vemos los restos de unos viejos canales de recogida de agua que crearon los romanos.
Una panorámica de toda la zona.
Mi camino hasta la cima del Cuiña.


La pequeña laguna del Campanario.
La arista no ofrece mayor problema.
Vista atrás. La panorámica nos permite ver la cuerda por la que nos movemos y el valle de la Grandela con Burbia a su extremo.
Mostallar, a la derecha la Mallada del Mostallar y a su izquierda estarían las lagunas de Vilouso.
Cima principal del Campanario 1.906 metros.
Konicoleando en el Campanario
De nuevo vista atrás para ver la primera cima del Campanario y parte de la arista recorrida.
Segunda cima del Campanario 1.905 metros.
Ahora, hacia el Cuiña.


Valle de la Grandela


Los Campanarios.
Cuiña.
 Pozo Ferreira. Me da que los habitantes de la zona son un poco exagerados. Si desborda, como mucho, salpica a los rebecos de la zona.
Cabras montesas.




Cima del Cuiña.
Desde la cima.
Al igual que el Mostallar, el Campanario ofrece una cara más agresiva desde el norte.
Cabecera del circo con las cimas del Cuiña y Campanario.
Un ultimo picacho antes de alcanzar el puerto. Este lo rodearemos por su izquierda.
Refugio del puerto.
Valle del Cuiña y alto del puerto. Solo queda bajar hasta el área recreativa de la ermita de la Magdalena y cerrar el circuito de unos 21 kilómetros y 1.100 metros de desnivel.

Otros recorridos por la zona:

Caminando por Ancares: Mostallar, Pico Lagos y Corno Maldito 





Cabras montesas en Ancares