Isaba
26/09/2016
Ochocientos kilómetros y ocho horas de viaje para un cambio de escenario radical.
Las edificaciones turísticas de un Lo Pagan que mira al mar, contrasta con unos edificios esbeltos, que acomodan a sus habitantes en el espacio reducido que el valle ha robado a la montaña.
Mar y montaña.
Los edificios se estiran como árboles del bosque que intentan alcanzar algún rayo de luz.
La piedra rezuma tiempo, forma muros y calles, sabiendo que nunca fue amiga del nivel.
Y sus muros se inclinan al igual que calles se retuercen y estrechan impidiendo el paso a los vehículos.
Rodeado de bosque y acondicionado para un turismo de caminatas, será nuestro campamento durante los próximos días.
Iglesia-fortaleza de San Cipriano. Siglo XVI
Pensión Txiki, un lugar amable.
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