Pozo del Curavacas por el valle de Pineda


Vega de Correcaballos en el Valle de Pineda
Pozo del Curavacas

02/06/2015
De vuelta, por la Vega de Correcaballos, galopo sobre la bici ayudado por la ligera inclinación de la pista que acompaña al río Carrión en su descenso.

Ese instante se fija en mis recuerdos: la sencillez del pedaleo, la luz que entra por mi espalda y me permite ver el amplio valle, la soledad y la visión de la norte del Curavacas.

Al final, después de una ruta de montón de kilómetros qué es lo que queda?

El largo trayecto en coche, las averías de la bici, los tropezones con los cantos rodados de la pista, el salto entre los brezos, el calor, ...

-UN INSTANTE!!!!!

El momento en el que te sentiste bien, sin notar esfuerzo en la pedalada o en el ascenso, cuando paraste a beber y sorprendiste a un animalillo, o cuando al llegar a ese collado y lo franqueaste, tuviste esa visión entre majestuosa y escalofriante.

Sensaciones. Buscadores de sensaciones, de pequeños momentos que aporten una brizna de salsa extra a la vida.

Por eso me apetecía como punto final de actividades, recorrer el Valle de Pineda y subir hasta el Pozo del Curavacas.

Un recorrido conocido, pero ya olvidado.

Para ello, después de un viaje kilométrico, aparco a la salida de Vidrieros. El trayecto hacia el Valle de Pineda es sencillo, solo hay que remontar la pista paralela al río Carrión. Desde Vidrieros tomaremos rumbo oeste para ir rectificando y terminar con dirección este por la ladera norte del Curavacas.

Y entre tanto, pasamos de vega en vega, con nombres tan sugerentes como Vega de Sta. Marina, Vega de Correcaballos, El Estrecho o Vega los Cantos.

Con el naciente Carrión a nuestro lado, o bajo las laderas del PicoLezna o del dramático Curavacas hasta el Estrecho, el punto donde las laderas de uno y otro se juntan y apenas dejan paso.

La Vega de los Cantos es como su nombre indica. Una explanada entre montañas tachonada con unos pedruscos de gran tamaño.

Tránsito de la bici a la caminata. El itinerario no necesita explicación. Las torrenteras que se desprenden de la laguna (perfectamente visibles) nos indican su posición.

A orillas del Pozo del Curavacas espero que la gran serpiente que habita el lago aparezca mientras realizo la actividad prosaica de comerme el bocata.

La vuelta mucho más sencilla. Los diecisiete kilómetros de pista en su mayoría de cantos rodados se vuelven más llevaderos con la ligera inclinación.

Tercer tiempo en una de las terrazas de Vidrieros contemplando la cara sur del Negro.

Nota: Una mala gestión de mis archivos fotográficos se llevo al mundo del "erase" todas las fotos del Pozo del Curavacas y un buen montón del Valle de Pineda. De este, alguna quedó, pero para ilustrar el Pozo, ha sido preciso recurrir a las fotos de la anterior salida por la zona.



 Vidrieros, bien situado en la cara soleada del Curavacas.
 El río Carrión

 La pista en los primeros kilómetros va muy próxima al río
 Refugio de pescadores.

 Comienzan las vegas. Muy cercana al puente Pucherín.

 La loma de la izquierda es el final de las estribaciones del Curavacas, el cual vamos bordeando. 
 Al fondo las Vegas de Sta. Marina. Pero antes es preciso recorrer un nuevo valle.


 Antes de llegar a Sta. Marina el camino cruza el río por una serie de vadeos que en mi caso evito acercándome a la ladera de la peña de Sta. Marina y por un sendero (a pie) alcanzo de nuevo la pista una vez sobrepasado los meandros. 
 Entrada a la Vega de Correcaballos.
 Llama de inmediato nuestra atención la cara norte del Curavacas, y el Peña Prieta al fondo.
 Los brezos morados en plena floración.
 El Estrecho.
 Un Carrión primaveral
 Entrada a la Vega de los Cantos.
 Desde donde se ven los desagües del Pozo del Curavacas.


 El desagüe del Pozo del Curavacas

 Con el pico Lezna

 Cutrepanorámica

La Vega de los Cantos y el Lezna, durante el descenso.
 De nuevo con la bici.
 Una mirada de adiós.

3 comentarios:

  1. me ha gustado eso de buscadores de sensaciones, al fin y al cabo es lo que nos queda en el recuerdo. Saludos

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    1. Hola Javier.
      Lo hemos hablado más de una vez. Un instante, o mejor aquel instante es el recuerdo de aquel día.
      Ejemplo. La ascensión a las Peñas de Prado, recuerdo aquel momento que paramos cerca de la arista a picar algo, enfrentados al Sol que se ocultaba por el Cirbanal... Recuerdas?
      Toda una tarde de pateo resumida en un instante.

      Saludos Javier.

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    2. Cuando subimos Pepa y yo a Peña Negra pasamos por ese punto y rememoramos ese instante mágico y lo recordábamos ambos vívidamente. Nos vemos el viernes para cosas mas mundanas o no...Un abrazo

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