En Bercianos del Real Camino, un pueblo que en estos días encuentras peregrinos por sus calles, por sus terrazas, bares y caminos.
Nos acercamos tarde, esperando las últimas luces para intentar ver algo entre el carrizal.
Sabemos que entre los habituales de la laguna se encuentran las garzas imperiales y el escurridizo avetoro.
Y sabiendo lo difícil que es verlo, no es de extrañar que lanzáramos abundantes gritos cuando lo vimos aparecer entre la carriza. Lejano e intermitente. Levantando su pico como lanza amenazado el cielo, y volviendo a ocultarse entre la carriza.
Una algarabía, reclamando turnos de catalejo y controlando tiempos a los demás.
Hemos vuelto a ver al avetoro.
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