Salimos con la intención de acercarnos a los altos del Dart, pero antes de bajarnos del coche sentimos como este se zarandea tal cual un pelele de feria.
Se trata del segundo vendaval que asola la isla desde que estamos en Inglaterra. Y al igual que el primero, nos enteramos cuando ya estamos envueltos en él.
Sin pensar en darnos la vuelta, optamos por acercarnos a East Dart River. Un recorrido por el valle, protegidos del viento hasta alcanzar las altas colinas que nos permitan pasar a un nuevo valle y regresar al haciendo un círculo.
Un camino distinto a los que estamos recorriendo. Algo más en la línea de los senderos de media montaña, por un río naciente, por las praderas y sobre todo por las condiciones atmosféricas que le dan un carácter más alpino. Hacia las fuentes del East Dart, uno de los brazos del Dart.
La carrera desenfrenada de las nubes, hace que la luz entre y salga en cada momento.
No ha lucido el Sol como para secar la humedad de la mañana. Están próximas, pero un resbalón y te pones pingando.
Al fondo el Dartmoor. Y las nubes que recorren los cielos a la carrera.
La vuelta, cerca ya del punto donde tenemos el coche, un bosque con aire de invierno, por la desnudez de sus ramos y por la sensación de soledad que nos trasmite mientras lo cruzamos.