El invierno ha llegado. Un día frío, oscuro, desapacible.
Y esa misma sensación se transmite al estuario de Kingsbrige, que con marea baja y un cielo plomizo aparenta un paisaje desolado.
Trescientos cincuenta chorlitos dorados. No es que los contáramos, nos lo comentaron unos pajareros que encontramos en el refugio. Pajareros de botas ajadas, como su rosto. Con infinidad de horas de vuelo, que nos cuentan lo que podemos ver. Pajareros que hace una semana han tenido la inmensa suerte de ver el avetoro en la laguna próxima al refugio.
Carinegras, zarapitos, agujas y algunos tarros blancos. Pero todo muy lejos en la inmensidad de un estuario vacío de agua.
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